Donde menos imaginas también hay lecciones de vida

Es fácil sentirse cansado y perder el control en días como estos, pero tengo un hábito que me regresa el enfoque y energía. Curiosamente proviene de una de las cosas que aborrezco más en la vida: la fiesta brava.

Para efectos de este artículo no me voy a detener en la crueldad de lo que algunos llaman “arte” y vamos a otra idea. La gente que sabe de toros dice que el toro es más peligroso cuando está tranquilo que cuando está enfurecido. Se dice que cuando el toro corre a toda velocidad, el torero tiene el poder y lo controla. Pero cuando el toro se encuentra calmado, tiene mucha seguridad y puede utilizar toda su fuerza como él quiera.

Algunas veces los humanos funcionamos de esa manera. Hoy es normal pasar el día corriendo de un lado a otro como toro desenfrenado. Vamos de un email a una llamada, colgar lo antes posible para publicar en redes sociales y/o escribir una presentación, recibir clientes o preparar un reporte de gastos, etc.

Nos movemos rápido, pero desperdiciamos mucha energía.

Cuando haces muchas cosas y corres de un lado al otro como gallina sin cabeza, eres más vulnerable que cuando estás sereno y enfocado. Si corres todo el tiempo sin respiro, no dejas espacio para pensar bien, y sin pensar bien es imposible tomar buenas decisiones, generar ideas productivas y encontrar la salida del ruedo.

Detrás de toda esa locura está nuestra grandeza, pero ¿cómo puedes encontrarla? Fácil, no necesitas un tapete de yoga ni ponerte en posición de flor de loto. Lo que tienes que hacer es alejarte unos minutos del trabajo.

Deja la computadora, cierra los ojos, respira hondo un par de veces y pregúntate: ¿Qué quiero conseguir con esto que voy a hacer ahora?, ¿cuál es mi intención?, ¿cómo puedo hacerlo mejor y más divertido?. La idea central es actuar, en lugar de reaccionar. Es poner tus intereses por delante y dejar de lado los del matador.

Hoy te quiero recordar qué puedes conseguir cuando trabajas de manera más enfocada.

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