En la industria de la música se les conocen como los “one hit wonders“, en el mundo de los deportes se suele decir que “anotar un golazo no te consigue un contrato con el Real Madrid“. Estás frases definen un éxito masivo e inesperado, que de la misma manera en que aparece también se va. Podríamos elaborar historias y pasar la vida entera discutiendo cómo se consigue y si vale la pena intentarlo, pero estoy casi seguro que no conseguiríamos nada. El éxito repentino es obra de la casualidad, de que los astros se alinean y el viento sople a tu favor. Despertar todos los días esperando que algo así te suceda y apostar todas tu fichas a la suerte es disparatado, no quiero decir que no va a pasar, porque ya lo hemos visto antes, lo que estoy diciendo es que hay otra manera de crear momentos transformadores en tu carrera. No es tan vistosa o interesante, pero si hacemos números resulta más efectiva.
Para que tu carrera avance de manera ascendente todo el tiempo, es necesario hacer las cosas bien regularmente, ejecutar con consistencia y perseverancia. Desarrollar procesos de trabajo muy enfocado y hacer de la búsqueda de la excelencia una rutina. Parece menos sexy o atractivo que sorprender con una gran idea y desaparecer, por que para hacer los cosas bien todo el tiempo se necesita cierto nivel de filosofía: asumir que las habilidades, la inspiración y el talento ya no son suficientes, que es necesario ser humilde y reconocer que somos lo que hacemos de manera constante, como dijera Aristóteles.
Hacer las cosas bien todo el tiempo es la única manera de mejorar, de alcanzar un nivel extraordinario y destacar por mucho tiempo, ejecutar tu trabajo con excelencia no es una obra del azar, es un hábito, es la única manera de dejar de ser el burro que tocó la flauta para convertirte en el garbanzo de a libra.
Las 5 razones de la semana celebran el trabajo bien hecho, ese que no se ve, que no llama la atención pero es necesario, ese que te forma los cimientos de tu carrera y te convierte en un artista de tu profesión.
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