Tengo la fortuna de tener muchos amigos, personas que considero inteligentes, exitosas y bien intencionadas. Esto, entre otras cosas, significa que cuando tengo un problema o estoy a punto de tomar una decisión importante que me causa conflicto, tengo de dónde echar mano, casi siempre conozco alguien a quien puedo pedirle un consejo, escuchar una opinión diferente que me ayude a aclarar las ideas, poner las cosas en perspectiva y decidir lo mejor para mí.
Curiosamente para muchas personas los consejos pocas veces funcionan como esperaban, es una situación normal que sucede todos los días y que vale la pena analizar un poco más.
En el fondo creo que nada – o muy poco, tiene que ver con la capacidad o intención del consejero. Para mí, por lo general, el problema tiene que ver con la poca claridad de lo que se pregunta y lo que se espera escuchar.
Cientos de veces he sido testigo que cuando se pide un consejo se hace solamente para obtener una validación externa de una opinión previamente formada, y que de manera superficial el consejo se considera bueno o malo de acuerdo con lo que antes ya se había decidido hacer.
Cuando pidas un consejo analiza muy bien si lo que necesitas es información calificada, ayuda para ver un problema desde otro ángulo, opiniones sobre tus ideas o sencillamente alguien dispuesto a escuchar. No es lo mismo consultar con alguien que ha experimentado los mismos problemas que tú que con alguien que vive una realidad completamente diferente, ninguno de los dos es bueno o malo por que sí, son diferentes y así es como los tienes que entender. Examina muy bien a quién le preguntas, acude a tus amigos, pero también a expertos con diferentes posiciones, no te molestes si lo que escuchas te hace sentir incómodo, al contrario, por lo general el consejo que te sacude es el que más ayuda.
Las 5 razones de la semana no tienen recato, intentan sacarte de la zona de confort e invitarte a considerar estas ideas cuando pidas un consejo, puede no ser lo más cómodo, pero es lo más eficaz.
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