La primera vez que escuché de Top Spin fue por recomendación de John Lee Dumas de Entrepreneur On Fire, uno de mis podcasters favoritos. John es muy agudo con las cosas que recomienda, por eso pensé que podía gustarme y le di la oportunidad en el avión regresando de la Ciudad de México.
A primera vista parece un documental sobre deportes, para ser específico ping pong o tenis de mesa, como le llaman los conocedores. Sin embargo, aquí hay más que esfuerzo y testosterona. Top Spin es la historia de Lily Zhang, Ariel Hsing y Michael Landers, tres jóvenes atletas norteamericanos, y su sueño por calificar a la olimpiada de Londres 2012. Participar en unos juegos olímpicos en cualquier disciplina debe ser muy difícil, y si le sumamos que Estados Unidos nunca ha ganado una medalla en tenis de mesa, la oferta se pone más tentadora.
Para quienes practicamos deportes como hobby, el sacrificio que los atletas y sus familias hacen puede ser visto como inconcebible. Apenas 15 años de edad, pero ya puedes olvidarte de fines de semana viendo TV y comiendo pizza. ¿Escuela? jaja, acostúmbrate a horarios especiales o estudiar vía internet. ¿Amigos?, ¡¿qué es eso?! En fin, todo lo que para nosotros es “normal” para ellos es fantasía. Su realidad son largos, agotadores y hasta dolorosos entrenamientos, una gran presión por parte de los patrocinadores, y el tic tac del reloj con la fecha de las competencias eliminatorias. Qué lindo sería evitar todas las molestias y despertar un día con la medalla, ir directo a ese momento como por arte de magia; hacer sólo un poco esfuerzo para conseguir fama y fortuna.
Top Spin me hizo pensar que todos vivimos nuestra propia olimpiada. En la oficina, en el negocio o en la escuela, estamos en preparación y/o en competencia constante. No todo el mundo puede ganar una medalla, pero todos podemos comprometernos a entregar todo y no guardarnos nada, como si la vida dependiera de eso, como si el fracaso no fuera opción.
Es muy difícil triunfar la primera vez que se intenta algo en la vida. Ni Lily, ni Ariel, ni Michael consiguieron una medalla, pero nadie se lamenta por el sacrifico ni lo entiende como un fracaso. El compromiso, trabajo duro y paciencia tienen su recompensa, aunque muchas veces no podemos verlo de forma inmediata.