La teoría de los 1000 fans, ¿es viable?

by | Jul 19, 2017 | desarrollo profesional, emprendimiento, marca personal

Hace algunos años leí sobre la teoría de los “1000 true fans” o 1000 verdaderos fans, que publicó en 2008 Kevin Kelly (fundador de la revista Wired). La he traído siempre dando vueltas en la mente, buscándole vueltas y aplicaciones desde varios ángulos.

Esta teoría básicamente dice que cualquier artista, creativo o productor, puede mantener su carrera con el apoyo (económico) de un mínimo de 1000 verdaderos fans, es decir, mediante lo que esos fans consumen año con año.

 

¿Qué diferencia hay entre un fan y un verdadero fan?

El fan regular consume las obras, contenido o productos de forma casual; escucha música del artista o va algún concierto, va al cine a ver alguna película de algún actor o director, compra algún libro, etc., pero son consumos más incidentales que otra cosa. El verdadero fan consume absolutamente todo lo que su artista o creativo genera. Compran los productos, asisten a los shows o eventos aún desde largas distancias, en fin, invierten en seguir alimentando esa relación. Hay un ingrediente de lealtad muy fuerte -y a veces hasta tintes de obsesión-.

 

¿De qué tipo de contenido estamos hablando?

Bueno, esta teoría aplica a cualquier creador, es decir: artistas musicales, cineastas, fotógrafos, escritores, escultores, etc. Igualmente para otro tipo de creadores como diseñadores, desarrolladores de apps/software, etc, entrepreneurs o inventores. Todo aquello que sea un producto a ser adquirido por el consumidor final.

Ejemplos concretos: música, conciertos, videos, películas, libros, cuadros, esculturas, joyería, conferencias, cursos, aplicaciones o software, revistas, etc.

 

¿Cómo se traduce eso en dinero?

Si un artista o profesional creativo necesita, por decir, $ 80,000 dólares para vivir al año, tiene que lograr que al menos 1000 fans desembolsen $ 80 dólares durante el año. Así que tiene que echar a andar su maquinaria creativa y producir suficientes obras, eventos o productos que sumen o superen ese valor, sabiendo de antemano que el verdadero fan consumirá todo o casi todo lo que le ofrezcan, y que debería haber ganancia también por fans regulares que consuman una que otra cosa.

El verdadero fan de un grupo musical, por ejemplo, el mismo año puede gastar en ir a un concierto de su grupo, comprar una edición especial de colección de su música, comprar un libro y comprar o rentar digitalmente un show en video. ¿Ahí ya cuánto dinero va? Seguramente más de $100 dólares. Y claro, entre el fan más radical y el fan casual, hay una curva grande, algo así:

 

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En esta ilustración, la parte roja son los 1000 fans verdaderos, mientras lo amarillo es “la cola” del resto de gente que consumirá uno o más de los productos ofrecidos, no todos.

 

Está muy fácil en teoría, pero en la práctica…

Para empezar, formar el grupo de 1000 verdaderos fans lleva detrás muchísimo trabajo y por supuesto tiempo. Alimentar ese fanatismo o lealtad para que una persona se sienta casi en la obligación moral de consumir todo lo que produces, es algo no tan fácil de lograr. Nada que ver con los “likes” o seguidores en las redes sociales, de ahí sólo una parte mínima son los verdaderos fans en el sentido de esta teoría.

Hay que entender que el número 1000 sirve para mostrar la teoría, pero en la práctica no es un número absoluto. Es decir, el número debe ajustarse según cada caso. Por ejemplo: si sólo es viable crear producto por un valor de $50, entonces necesitarás 1600 fans en vez de 1000 para llegar a los $ 80,000 que necesitas al año (lo mismo a la inversa si generas más valor). También hay que considerar cuando hay otras personas involucradas (grupos y no artistas o creadores individuales, socios, etc), entonces hay que multiplicar el número por la gente que sea.

 

En mi experiencia…

Analizando lo que me ha tocado ver en mi trabajo en la industria de la música por 20 años, y por mi experiencia propia como fan de artistas y otro tipo de creadores de arte o contenido, puedo decir que los ingredientes imprescindibles para que funcione la teoría de los 1000 fans son:

 

Crea y cultiva a tu comunidad de fans.-

Los artistas o creativos que logran este nivel es porque llevan años de cultivar una relación con sus seguidores, han logrado formar una auténtica “tribu”, una comunidad que han alimentado con paciencia y cuidado, generándole ese sentimiento de pertenencia a todos y cada uno de los que se sienten parte.

 

Relación directa.-

Al fan no le gustan los intermediarios, quiere comunicación directa con su artista, creador o productor de contenido. El fan entiende que hay de por medio compañías (discográficas, editoriales, distribuidoras, etc), managers, abogados, etc., pero si se respetan los canales de comunicación con los fans y no se pierde el toque personal, funciona para ambas partes.

 

Calidad.-

La calidad de lo que producen es clave, si un creativo o artista va por buen camino, pero un día lanza un producto malo o mediano, pierde de inmediato la credibilidad de sus seguidores. No se pierde la batalla pero es un gran retroceso. Hay que ser consistentes en la calidad de lo que se genera y produce.

 

Constancia.-

No hay reglas sobre frecuencia en la producción de las obras o productos, está claro que no tarda lo mismo un músico creando una canción que un escritor una novela. Pero entre más tiempo pasa entre una cosa y otra, la relación se enfría, como con todas las relaciones personales. Al fan verdadero hay que alimentarlo regularmente.

 

No abusar.-

El creativo o artista que conoce a fondo a su comunidad de verdaderos fans, los respeta y ofrece calidad a cambio de su apoyo económico. Cuando se abusa con los costos, el fan se puede sentir defraudado (y visto como una caja registradora) y puede retirar el apoyo incondicional.


 

Esta teoría tiene una gama amplísima de variaciones y aplicaciones, pero en el fondo, todo se reduce a que los artistas o creadores se concentren en crear, crecer y nutrir su base de fans de todas las formas posibles, y por supuesto, ser prolífico, auténtico y concentrarse en la calidad de lo que producen. No hay fórmulas exactas, pero tampoco es es una ciencia oculta.

 

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