El balance trabajo-vida no es una ciencia exacta y es diferente para cada persona, la receta infalible es estar consciente de nuestras prioridades y nunca sacrificarlas.
Empleados, empresarios o profesionistas independientes, todos de una forma u otra forma trabajamos. El trabajo es un reflejo de lo que somos capaces de hacer en el mundo, en el más amplio sentido. Unos eligen crear productos y servicios para resolver necesidades o demandas del mercado, y se convierten en emprendedores o empresarios. Otros, los empleados y ejecutivos, prefieren trabajar en empresas ya hechas y aportar valor a través de sus capacidades y liderazgo. Otros más han aprendido ciertos conocimientos y se independizan para ofrecer servicios como freelancers o autónomos.
En todos los casos, estamos sujetos a ciertas demandas de tiempo y atención, las cuales nos pueden devorar si no nos ponemos límites claros para mantener una vida personal sana.
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La gente que vive para trabajar…
1) Coloca las demandas de su trabajo hasta arriba de su lista de prioridades, aún sobre su vida personal
Eventos familiares, tiempo con la pareja e hijos, citas médicas y demás proyectos personales, pasan siempre a último plano.
2) Argumenta que su trabajo es justamente lo que le da los ingresos para poder mantener su nivel de vida
Lo irónico de esto es que aunque tenga los ingresos para tomar buenas vacaciones, muchas veces no podrá ni tomarlas por no lograr despegarse del trabajo.
3) Sacrifica etapas clave de su vida justificando que esta alta demanda de trabajo no será para siempre
Con la justificación de que quiere “hacer un ahorro para el futuro y poderse relajar después”, busca incluso hacer cómplice a su familia, como que todos hicieran ese sacrificio colectivo de no contar con tiempo familiar ahora, porque en el futuro todo cambiará. La realidad es que ese tiempo se prolonga indefinidamente.
4) Tiene miedo de buscar otro trabajo que represente un bajón económico o de jerarquía, pero que le permitiría una vida más equilibrada
Parece que nunca es buen momento para dejar un trabajo muy bien pagado o hacer un algunos ajustes en el estilo de vida. A nadie le gusta recibir menos salario o bajar niveles en la escalera corporativa, así que todo parece justificar mantener ese status.
5) Cuando está con familia o amigos atiende temas de trabajo, argumentando que son cosas que no pueden esperar
No marca fronteras ni límites para temas de trabajo, atiende llamadas, emails y textos tan pronto son recibidos, aún durante horarios fuera de trabajo.
La gente que trabaja para vivir…
1) Tiene claras sus prioridades personales y marca las fronteras en su trabajo
Suele haber cosas no negociables, pero la mayoría de las veces, la buena planeación nos pone en ventaja.
2) Es eficiente y optimiza los tiempos
Saca el máximo provecho a las horas de trabajo y suspende cuando terminó lo que tenía que hacer en el día.
3) Se desconecta del trabajo y disfruta su vida personal
Sólo unas contadas urgencias merecen interrupciones al tiempo con la familia, amigos, vacaciones, etc.
4) Entiende que el éxito no es sino el poder vivir como quiere y con quien quiere
Más que un trabajo excesivamente demandante e igual de bien pagado, prefiere un trabajo bien remunerado que le permita la flexibilidad que necesita.
5) Tiene proyectos e intereses personales que desarrolla fuera de su trabajo
No sería justo limitar nuestra creatividad e intereses a los proyectos profesionales.
El trabajo consume gran parte de nuestras vidas. Encontrar o desarrollar un trabajo que sea compatible con la forma de vida que buscamos es el camino más corto para mantener la salud emocional.