La interpretación de la realidad siempre es parcial y tiene más oportunidad de influir en ella quien piensa de manera creativa.
Vivimos la época en que todo el mundo tiene una opinión y dispone de las herramientas para expresarla. Puede ser una posición política, la visión sobre la vacuna, el análisis de un libro o cosas tan triviales como la apariencia de las celebridades, abundan los “críticos” que de manera iracunda pretenden callar a quien no piensa como ellos. Sus argumentos casi nunca incluyen pruebas, hechos comprobados o tesis cuidadosamente articuladas, ellos pretenden cerrar la conversación de tajo, intimidar y convencer, como si gritar fuera una señal de su inteligencia y superioridad.
No hace falta decir que todo el mundo tiene derecho a tener una opinión y comunicarla, pero si es necesario advertir que la única manera de influir en alguien que piensa diferente es utilizando la creatividad. Igual que la realidad, la creatividad se nutre de muchas fuentes o puntos de vista, nunca se ofende cuando es refutada y sabe que es de sabios cambiar de opinión.
No importa el tema o asunto que quieras tratar, cuando tengas un punto de vista opuesto y quieras expresarlo para influir en alguien piensa de manera creativa, utiliza la retórica, exprésalo amablemente, argumenta con acciones y piensa dos o tres veces por qué tu opinión es diferente a las de los demás, qué circunstancias influyeron para ver el mundo de manera tan distinta y busca – aunque sean muy pequeños -, los vasos comunicantes que puedan acercarlos. La verdad no puede ser impuesta, es resultado de una discusión profunda y civilizada, es la suma de opiniones diferentes que encuentran proximidad.
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