Por mucho tiempo pensé que tener problemas en una relación no era saludable. Pero pensándolo bien, si las diferencias no son tóxicas, no involucran violencia física, emocional o faltas de respeto, el conflicto es una parte necesaria y saludable de cualquier unión. De hecho, la falta de conflicto puede ser una señal de advertencia. Si una relación nunca ha experimentado un conflicto o nunca ha chocado por tener diferentes puntos de vista, es imposible saber qué tan estable es.
Piensa en un barco que siempre navega en aguas tranquilas y que nunca ha sido probado para ver si es capaz de resistir una marea peligrosa. Cualquier mal temporal podría hundirlo en cuestión de minutos. Las relaciones personales y de trabajo funcionan más o menos así. Es imposible saber qué tan fuertes son si nunca han enfrentado y superando algún problema.
El conflicto puede ser como una ventana para ver con amplitud el punto de vista y necesidades de la otra persona. Si somos sensibles, a partir de esa ruptura las cosas pueden cambiar para bien.
En el trabajo se suelen esconder los problemas. Mucha gente prefiere realizar una danza absurda para no incomodar, y caminan de puntitas porque no quiere pisar ningún callo. Ocultan sus deseos, se guardan lo que piensan y quieren caerle bien a todo el mundo, pero no es cierto, la verdad es que pretenden manipularlos.
Es más fácil decir lo que otros quieren escuchar en lugar de generar conflicto con comentarios honestos, y pretender que todo está bien aunque no sea así.
Si un conflicto se maneja con madurez, la relación se fortalece. Muchas veces los vínculos que resultan de hablar abiertamente de lo que se siente y piensa son más fuertes de lo que eran antes.
Menos conflictos no es lo mismo que mejores relaciones. Así de molesto como es tener problemas, también pueden indicar que un equipo – o pareja – está vivo, es inquieto, pensante y próspero.
Las 5 razones de esta semana te invitan a no evitar el conflicto profesional, sino a manejarlo de manera inteligente.
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