Imagina que estás sentado en una mesa de póker junto a los mejores del mundo, todo listo para jugar la final del campeonato mundial, todas las cámaras apuntan a ti porque eres la única mujer en la competencia. Es una partida muy cerrada, pero en una última mano tras algunos movimientos muy arriesgados superas al actual campeón, te haces del primer lugar y la bolsa de 2 millones de dólares.
Los comentaristas de televisión no dejan de reconocer la seguridad con la que jugaste y atribuyen tu triunfo a tu agilidad mental, tu enorme talento y los 10 años de experiencia que tienes como uno de los mejores jugadores de los Estados Unidos, pero por tu cabeza lo único que pasa es la idea de que no merecías ganar, que eres muy mala jugadora y que tu triunfo fue una serie de coincidencias afortunadas y mucha suerte.
Esto que parece un guion de película es la historia verdadera de Annie Duke, tal vez la jugadora de póker más brillante en la historia, pero que no creía en su talento.
El síndrome del impostor… ¿qué es?
Esta molesta sensación de inseguridad, de considerar que todos tus logros son fruto de la suerte por que no tienes el talento ni las calificaciones para hacer lo que estás haciendo, y que más temprano que tarde todos se van a enterar y se va a caer tu circo, es lo que los psicólogos llaman síndrome del impostor. Y no es cosa menor, de acuerdo a los estudios más recientes del International Journal of Behavioral Science, el 70% de personas en todos los niveles y esferas profesionales experimentan esta sensación por lo menos un momento de la vida.
No existe una respuesta exacta de por qué y dónde se origina, muchos expertos apuntan a problemas de personalidad como la ansiedad o la neurosis, mientras otros se inclinan a señalar que el origen, generalmente, tiene sus raíces en las conductas familiares, recuerdos de la infancia que te hacen sentir que nunca serás suficientemente bueno en nada y como reacción necesitas conseguir más cosas para ser aceptado. Otros factores pueden ser el rechazo o discriminación institucionalizada que existe en algunas organizaciones o la constante presión de los jefes para evitar el crecimiento de sus reportes directos.
¿Qué puedo hacer si experimento el síndrome de impostor?
Sea como sea, si el síndrome del impostor es algo que experimentas constantemente, lo más probable es que empieces a comportarte como un charlatán y la inseguridad tome el control de tus pensamientos y acciones.
Pensar que no estás a la altura y eres un fraude no puede sostener una carrera exitosa. Para evitarlo tienes que reconocer el sentimiento y ponerlo en perspectiva. El secreto no es evitarlo ni confrontarlo, es ver la situación desde otro punto de vista. Esto no tiene que ver con tus habilidades ni inteligencia, el problema radica en cómo se enfrentan los retos.
Si estás haciendo algo que no has hecho antes:
- Pide ayuda
- Busca un mentor y escucha sus consejos
- Si has llegado a un nivel más alto de lo que has hecho hasta el momento, mira hacia atrás y revisa como te has sobrepuesto a los obstáculos anteriores
- Comparte tus sentimientos con alguien más experimentado para comprobar que tener dudas es normal y en muchas ocasiones inevitable
Tu enfoque tiene que centrarse en encontrar las herramientas para dejar atrás esa sensación lo antes posible.
Conclusión
1.- El síndrome del impostor es una situación que experimenta la mayoría de las personas en la sociedad. No es exclusiva de un grupo social, nivel profesional o profesión. Tampoco está relacionado a las capacidades ni talentos de la persona. El síndrome del impostor es algo serio pero manejable cuando se toman las medidas adecuadas.
2.- Es natural, que las personas que estén haciendo algo que nunca han hecho antes, que cambien de profesión o alcancen el éxito de manera muy rápida, experimenten el síndrome del impostor. En estos casos hablar con amigos o compañeros puede poner en perspectiva la situación. Por un lado, entender que casi todo el mundo pasa por algo así y por el otro, valorar lo que haces bien desde el punto de vista diferente.
3.- Sentirse como un charlatán o impostor puede ser muy frustrante y en ocasiones deprimente. La buena noticia es que cuando tomas acción para resolverlo es una sensación temporal que puede utilizarse para reafirmar tus valores, establecer rutinas saludables, practicar la gratitud con las personas cercanas y construir una autoestima más solida.