Un día, a principios de la década de 1900, un viejo amigo fue a ver a Claude C. Hopkins con una creación que calificaba como asombrosa y revolucionaria: una pasta de dientes espumosa con sabor a mentol que bautizó como “Pepsodent”.
Hopkins era uno de los ejecutivos más famosos de la industria de la publicidad, contaba entre sus éxitos con el fenómeno de la cerveza Schlitz y el crecimiento exponencial del jabón Palmolive, pero su mayor contribución a la difusión y los negocios estaba por venir, Hopkins iba a ser el responsable de crear nacionalmente el hábito de cepillarse los dientes. Antes de Pepsodent, casi ningún estadounidense se cepillaba los dientes, una década después de las campañas publicitarias de Hopkins, los encuestadores descubrieron que cepillarse los dientes se había convertido en un ritual diario para más de la mitad de la población. Hopkins está casi olvidado por completo, pero sus estrategias se siguen utilizando para crear campañas de publicidad, aplicaciones móviles y productos de consumo masivo.
Hopkins fue probablemente el primero en utilizar la mecánica de los hábitos en campañas publicitarias.
Todos los hábitos, sin importar cuán grandes o pequeños sean, tienen tres componentes. Hay una señal que activa un comportamiento en particular; una rutina que es el comportamiento en sí mismo, y una recompensa, la forma en que su cerebro decide de que manera recuerda un hábito en el futuro. Con mensajes como “Fíjate cuántos dientes bonitos se ven en todas partes” y “Si millones están usando un nuevo método de limpieza de dientes, ¿por qué una mujer mantendría sucios los suyos?” Hopkins obligó a las personas a ver sus dientes, identificar por qué se veían amarillentos y les ofreció como recompensa una sonrisa bonita después de cepillarse con Popsodent.
De manera inteligente había convertido una pasta de dientes en un creador de belleza y prestigio, pero fue el cosquilleo y la sensación de frescura que causa cepillarse los dientes lo que lo consolidó como un hábito que se quería repetir una y otra vez. Lo que Hopkins vendía era una emoción.
Me encontré esta historia leyendo El Poder De Los Hábitos, de Charles Duhigg, un ensayo extraordinario sobre la formación de los hábitos y su poder en nuestro desarrollo profesional. Hoy sabemos que establecer hábitos es posible, y que una vez que acumulamos una buena cantidad de hábitos saludables y productivos diseñamos nuestro futuro. No importar si son inducidos o casuales, los hábitos tienen el poder de crear sensaciones muy poderosas en nuestro cuerpo. Sin darnos cuenta asociamos una señal, como ver una caja de donas con la agradable sensación que nos causa su sabor dulce, y de repente empezamos a sentir el hambre que no sentíamos unos minutos antes. No importa si se trata de vender pasta de dientes o aprender algo más para mejorar nuestra situación profesional, es posible alcanzar dicho anhelo si desarrollamos los hábitos necesarios.
2020 nos obligó a cambiar la rutina, probablemente nos sacó de balance y nos ha colocado en una situación insólita para empezar un año nuevo. Podemos planear hasta el más mínimo detalle para tener un 2021 extraordinario, pero la verdad es que solamente somos responsables de construir nuestros hábitos y así construir el futuro que queremos.
Identifica muy bien qué quieres recuperar, mejorar o alcanzar en 2021, imagina como se siente conseguirlo y determina esa emoción como tu recompensa. Después, nada más tienes que determinar las acciones que tienes que repetir una y otra vez para alcanzarlo.
Si estás leyendo esto es porque tu futuro está en tus manos, y por eso dedicamos las 5 razones de la semana a los hábitos necesarios para mejorar cualquier situación en 2021.
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