Uno de los consejos más populares cuando uno está empezando nuevos proyectos o cambiando de dirección en su vida profesional, es: “dedícate a lo que te apasiona y el dinero vendrá solo”. Claro, es lo que todos queremos oír, pero no necesariamente es siempre el mejor consejo.
Perseguir nuestros sueños no es necesariamente un buen negocio
No quiero sonar pesimista o aguafiestas, pero perseguir nuestros sueños no es siempre una garantía del éxito económico. Si tienes la vida resuelta y no necesitas el ingreso, ¡qué genial!, entonces sí puedes darte el lujo de explotar al máximo esas pasiones que siempre has tenido. Pero si, como la mayoría, necesitas generar un ingreso para sostenerte y vivir como deseas, entonces la historia es distinta.
Es cierto que en este mundo se puede hacer negocio hasta con lo inimaginable. Gracias a la explosión del comercio electrónico y a la globalización de los mercados, las oportunidades de negocio abundan como nunca antes. Sin embargo, también la competencia ha aumentado exponencialmente, y no porque algo nos apasione y sepamos hacerlo medianamente bien, se traducirá en un buen negocio.
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Aprende a distinguir un negocio de un hobby
Me encanta la poesía. La leo y la disfruto. Hago mis intentos de escribir y gracias al internet puedo hacerme la ilusión de publicar (aunque los lectores se cuenten con los dedos de una mano). Pero soy realista y entiendo que no es una pasión que me permita generar un negocio y vivir de ello. Al menos por ahora.
Tener aficiones, pasatiempos y hobbies es no sólo sano sino imprescindible para nuestro desarrollo integral. Nos permite ejercitar la imaginación y la creatividad, poner a funcionar otras áreas del cerebro y crear en él nuevas conexiones neuronales. Además, nos permite descubrir talentos, gustos y capacidades que no sabíamos que teníamos, cualidades que eventualmente podrían desencadenar en una actividad económica, en un negocio (aunque ese no debe ser el fin de cultivar un hobby).
Por definición, un negocio genera ingreso. No importan cuán descabellado suene un proyecto, si es redituable y tiene capacidad de crecer, puede ser un negocio perfectamente viable. Un método sencillo para identificar si una idea o proyecto tiene potencial de volar es:
Identifica la zona donde se coinciden las 3 esferas: lo que te gusta hacer, lo que eres bueno haciendo y lo que genera dinero. Esa es la zona donde tu negocio puede florecer.
Una misma actividad puede ser un hobby para uno, y un negocio para otro. Es decir, el enfoque que le puede dar cada quién es único. Por ejemplo, si te encanta tomar fotos, si andas con tu cámara por todos lados tomando ángulos especiales que ves en las cosas, puede ser un hobby o un negocio, todo depende de cómo lo estructures y qué plan de negocio desarrolles.
Es importante darse oportunidad de probar distintos terrenos y ver en qué somos buenos, qué hacemos bien y qué enfoque especial o nicho único podemos generar para convertir algo en un negocio.
Ilustrando con mi experiencia personal
Empecé mi carrera en la industria de la música y de los medios. Cómo no iba a disfrutar mi trabajo si a los veintitantos todo se veía muy deslumbrante. No sabía hacer casi nada cuando entré a trabajar, pero ganas me sobraban. Aprendí pronto a hacer las cosas que me tocaban y al mismo tiempo que lo iba dominando, iba tomándole el gusto.
Así pasaron varios años y un día pensé que no había hecho otra cosa, tenía inquietud de explorar otras opciones. Sentía que podía ser buena en otras cosas, era que simplemente no había tenido oportunidad de probar otros trabajos. Empecé a buscar otras cosas que me llamaban la atención. De una forma u otra, se emparentaban con la industria del entretenimiento, pero pude expandir mis horizontes. Me involucré más en marketing, en contenido editorial, en nuevas tecnologías, en comercio digital, en producción.
En el camino he descubierto que hay cosas que me gusta mucho hacer -y que incluso me hubiera gustado aprender a fondo- como escribir código (programación de páginas web), o como el diseño industrial y diseño gráfico. Pero en esas actividades sólo cumplirían 2 de las 3 esferas que mencioné arriba (me faltaría el ingrediente de ser buena y competitiva).
También estoy agradecida de que me ofrecieran algunos trabajos en los cuales hay muy buen ingreso, en cosas que sé hacer muy bien, pero en lo que no veo el ingrediente del disfrute, del entusiasmo, del gusto.
He tenido la fortuna de poder explorar opciones y de probarme en distintos terrenos. Conozco lo que me gusta hacer y lo que no, con qué tipo de gente trabajar y qué tipo de proyectos me atraen. Así es como que logrado ir trazando el tipo de trayectoria profesional que quiero para mi presente y mi futuro.
El punto clave: aprender a disfrutar lo que haces, no solamente hacer lo que te gusta
En esta búsqueda de encuentro perfecto de las 3 esferas (lo que amo hacer, lo que sé hacer bien y lo que es redituable), la clave es que uno debe estar en constante descubrimiento de nuevos intereses, nuevas habilidades, nuevas oportunidades. Darse permiso de explorar opciones desde una zona de riesgo calculado.
Tener más de una pasión es una ventaja, no es un inconveniente. El ser humano tiene una capacidad inmensa de aprender cosas nuevas cada día y descubrir intereses que desconocía.
Lo que me gustaba a los 20 años no es lo mismo que disfrutaba a los 30 o a los 40. Mis experiencias de escuela, de trabajo y de vida me han hecho descubrir en mí nuevos intereses, nuevas aficiones y nuevas capacidades que he ido desarrollando. Cuando nos abrimos a experimentar cosas nuevas, ampliamos nuestra perspectiva y potencial.
¿Cuál va a ser tu siguiente proyecto o negocio?