Como tantos miles o millones en el planeta, pasamos buena parte del mes de marzo en cuarentena. El 15 de marzo, Julio y yo hicimos la última compra grande de comida y artículos básicos, para estar listos para recluirnos en casa por el tiempo que fuera necesario. Salvo un par de breves salidas al supermercado, hemos permanecido en casa por más de dos semanas.
El trabajo, como casi todos, lo estamos haciendo desde casa. No ha sido grave porque, aunque no podemos ir al coworking, tenemos bien montada la oficina en casa. Así que por ese lado, estamos sobre ruedas.
En lo que va de confinamiento, la situación y condiciones extraordinarias que vivimos me han hecho reflexionar mucho y empezar a hacer un balance de cosas aprendidas o que he reafirmado.
10 cosas que he aprendido (o confirmado) en dos semanas de confinamiento
1) Se puede dosificar sin sacrificar, aplicando el “cero desperdicio”
Fue necesario que nos viéramos limitados de productos de primera necesidad para darnos cuenta que no necesitamos usar o servirnos tanto. Ante la imposibilidad de salir a comprar cosas todo el tiempo (e incluso la escasez), hemos tenido que revisar nuestras medidas habituales. Sin entrar en detalles con los hábitos higiénicos de cada quien, sólo digo que con menos champú, pasta de dientes y cuadritos de papel de baño se logra el mismo propósito.
También se vuelve uno más medido en la comida con las porciones, y se sirve estrictamente lo necesario. En esta casa estamos comiendo rico, balanceado, consciente y medido. Cero desperdicio.
2) La bendición del video chat
Tuvo que venir una situación como esta para conectarnos en video con familia y amigos a nivel visual. Solemos hablar o chatear con ellos solamente pero casi nunca les vemos la cara.
Hace 15 años que vivo fuera de México, mi tierra. Hablo diario con mi mamá y mi hermana, y también chateo con ellas, mis sobrinos y mis amigas regularmente, sin embargo, rara vez nos habíamos conectado con video.
Ha sido maravilloso reconectarnos en familia o entre amigos viéndonos a la cara. Hasta los menos familiarizados con las tecnologías digitales han logrado conectarse a Zoom, Skype, Whatsapp o Facetime. Gran logo que llegó para quedarse.
3) Las situaciones extremas sacan lo peor y lo mejor de la gente
Lo hemos vivido aquí en Miami con mucha frecuencia en las épocas de huracanes. Ante la incertidumbre y el temor, la gente corre al supermercado y arrasa con los productos como si fueran a encerrarse un año. Ya nada nos sorprende.
Esta compulsión desmedida hace que haya gente con su garage a tope con alteros de productos, mientras que otros están batallando para hacer rendir lo poco que les queda. Estas situaciones dejan ver la poca conciencia y empatía que tiene mucha gente, no les importa afectar al prójimo mientras ellos se salgan con la suya.
Pero es muy alentador ver la otra cara de la moneda. Cuando en chats, apps de comunidad o emails ves que hay gente que está dispuesta a apoyar llevando comida o productos básicos a los menos favorecidos, ofreciendo recursos propios para uso común, e incluso regalando servicios y productos de su negocio para ayudar a su comunidad.
Y lo mismo ve uno en en super a gente que se arrebata el último paquete de fruta congelada o cartón de huevos, que otros que ceden el paso -y los productos- a gente mayor o a vecinos en situación de necesidad.
4) Redescubrimos nuestra creatividad en la cocina
Basta con tener limitación de productos o ingredientes para que echemos a volar la inventiva en la cocina. En condiciones normales, solemos correr a comprar comida hecha (o ingredientes para prepararla) más veces de lo necesario. En cambio, cuando las salidas deben limitarse, se vuelve uno más creativo y empiezan a salir los platillos que hace años no hacíamos, o preparamos combinaciones nuevas que generalmente resultan bien (aunque otras no tanto).
Tengo amistades que no suelen cocinar por falta de tiempo o ganas, y ahora están encantados desempolvando sus dotes de chef.
También es buen momento de poner a los niños de la casa a ayudar. Mis sobrinos adolescentes han estado preparando comidas y cenas por varios días en su casa, lo cual estoy segura no hubieran hecho nunca en condiciones normales.
5) El peligro de la información falsa (y el poco criterio que tiene la gente)
A estas alturas no me sorprende la cantidad de información falsa que circula no sólo en internet y redes sociales, sino también en la TV, radio y medios “oficiales”, sino el poco criterio que tiene la gente que considero “informada” o “educada”. Me ha sorprendido bastante.
Las fake news han sido el pan de cada día para miles de corruptos o manipuladores que se ganan la vida difundiendo eso (o simplemente ignorantes que colaboran sin querer en la difusión sin ganar nada). Con esta pandemia, las fake news y la información falsa han alcanzado niveles inusitados, pero más inverosímil me resulta cómo la gente se cree tan fácilmente las cosas que ve publicadas, y qué poco criterio tienen para investigar o filtrar información.
Punto y aparte de las teorías de conspiración sobre si el virus fue o no creado y “sembrado”, la realidad es que millones y millones de personas en todo el mundo han contribuido -la mayoría de modo no intencional- a difundir información equivocada, datos falsos y contenido alarmista y parcial que lo único que hace es causar pánico, poner en peligro a sectores de la sociedad.
6) El miedo debilita y paraliza
No es ningún secreto que el miedo es un arma que, en manos maquiavélicas, se ha usado históricamente como una arma de manipulación social. En este caso, no vamos a decir que la pandemia fue causada por agentes externos, nos vamos a limitar a ver una realidad, una situación que ha causado miedo y hasta pánico en la sociedad. El miedo a lo desconocido, a perder el trabajo, a caer en otra recesión económica, a contagiarse, a perder familia o amigos, etc.
Es cierto que los riesgos y el panorama no se pueden pintar color de rosa, pero también es verdad que el miedo no hace otra cosa sino debilitarnos, bajarnos las defensas, crearnos estrés y paralizarnos. Eso no nos lo podemos permitir.
Es muy fácil caer presa del miedo, basta con sintonizar las noticias un rato para comenzar a experimentarlo. Y se vale permitirse sentirlo, pero hay que saber controlarlo para que no nos impida reaccionar y ver más allá. Informarse y tomar medidas no es lo mismo que vivir pegado a la TV o a internet e inundarse de noticias que no hacen sino llenarnos de miedo. Limítalo y filtra al máximo la información que consumes. Mejor ocupa tu mente en cosas más productivas.
7) La importancia de tener estructura y horarios en esta nueva dinámica familiar
Para los que estamos acostumbrados a trabajar en casa, este punto no es mucha novedad. Sabemos que hay que mantener una estructura básica de horarios y sistemas de trabajo para que las cosas funcionen. Sin embargo, para los nunca trabajan desde casa, la situación puede resultar apabullante, especialmente si hay que “funcionar” en el trabajo mientras tienen niños encima y otras responsabilidades de casa. De conversaciones con mi familia y amigos he visto de todo, y cosas muy interesantes.
Es importante hacer entender a los hijos -especialmente si son muy pequeños- que el hecho de que no estén yendo a la escuela ni sus papás a trabajar no significa que estamos todos de vacaciones, estamos en una contingencia. Es primordial establecer horarios claros y responsabilidades en esta nueva dinámica familiar. Todos estamos en el mismo barco y hay que colaborar.
Es el pretexto perfecto para que hasta los más jóvenes del hogar tengan tareas fijas de limpieza y organización en la casa, y aunque no tengan tareas o trabajos de la escuela, hay que establecerles actividades constructivas y formativas para que no pasen el día entero viendo videos en YouTube, TV o videojuegos.
8) Se vale tener buenos y malos ratos (o días)
No podemos pretender que todo está normal y que los ánimos estén siempre arriba. La realidad es que esta situación nos pega anímica y emotivamente (por lo menos), y no está mal permitirnos experimentar todas esas sensaciones y sentimientos. Este período ha sido una montaña rusa de estados de ánimo, pero confirmo más que nunca que nuestros pensamientos son los que crean en gran medida las emociones y ánimos.
Parte del reto de esta situación extraordinaria es aprender a conocernos mejor y a conocer a nuestra familia o gente más cercana, aquellos con los que estamos compartiendo ya sea en la misma casa o virtualmente esta experiencia. Hay algunos que necesitan mucho más estímulos externos y palmadas al hombro para levantar el ánimo, hay otros que tienen más automotivación. Sea cual sea tu caso, toma conciencia de tus estados de ánimo y trabaja con ellos. Date permiso de experimentarlos, pero no te dejes llevar por tus emociones al grado que opaquen tu razón. Hay gente que depende de ti y de tu bienestar, y para eso necesitas primero estar en condiciones de ser un buen soporte.
9) Hacer ejercicio ayuda al ánimo y mantener una mentalidad positiva
Mientras tengamos unos pocos metros cuadrados donde hacer ejercicio, estamos de gane. Si en tu ciudad aún puedes salir al menos a caminar o correr alrededor de tu manzana o calle, qué mejor. En YouTube y las redes sociales abundan recomendaciones de apps y videos de rutinas de actividades físicas para todas las edades y preferencias, desde sesiones de yoga hasta clases de todo de ejercicios y disciplinas. Busca lo que te acomode, ponte la ropa deportiva, y arranca o cierra tu día con una buena rutina. Además de elevar la frecuencia cardiaca, ejercitar los músculos y estimular el sistema inmunológico, te ayudará mucho a mantener buen ánimo y nivel de energía.
Nosotros tenemos la fortuna de que aquí en Miami hemos podido salir a correr todos los días, e incluso en las noches estamos saliendo también a caminar un rato. Ayuda muchísimo en todos sentidos.
10) Con qué poco podemos ser felices y pasar buenos ratos
Estas situaciones de restricción nos mueven el piso y nos hacen reflexionar muchas cosas. Estamos tan acostumbrados a buscar estímulos, distracciones y diversiones fuera de casa, que pocas veces aprovechamos todo lo que estar en casa tranquilos puede ofrecer.
¿Hace cuánto que no te sentabas en familia a jugar cartas o juegos de mesa, a cocinar juntos, a ver fotos viejas, a hacer arreglos en la casa, o simplemente… ¡a platicar!? Nos damos cuenta que definitivamente no necesitamos tanto para ser felices.
Esta situación de confinamiento forzoso tiene muchas cosas positivas, no sólo protegernos de posibles contagios, sino redescubrirnos como personas, como familia y como equipos bajo otra óptica.
Es un deleite poder tener más tiempo de convivencia y poder crear nuevas dinámicas de conversación e intercambio de ideas, ya sea presencial o virtual.
El ser humano es creativo por naturaleza, y busca siempre cómo resolver, sea lo que sea. Dentro de lo negativo que puede tener esta situación, prefiero enfocarme en el lado positivo, en que cada día estoy aprendiendo nuevas cosas de mí, de mi marido, de mis amigos y familia, y de todos como sociedad.