Cada día nuevo es como un lienzo en blanco. La tendencia con la que uno empieza la jornada determina cómo transcurren el resto de las horas, y la actitud con la que uno enfrenta las situaciones que se presentan será lo que marca el rumbo que toma el día.
En esta nota comparto esas pequeñas acciones de todos los días que he adoptado a través del tiempo. Es una colección de hábitos, unos más antiguos que otros, que me ayudan mucho para sentirme en tendencia ascendente, con optimismo, trabajando de forma eficiente y con la mente alerta.
No hay porqué nadar contra corriente todo el tiempo, hay formas de hacerse la vida más fácil. Cada quien puede encontrar las suyas y hacerse su receta única. La mía es:
1.- Levantarme muy temprano
Este punto es polémico, y hay gente que argumenta que es igual de válido trabajar hasta muy tarde que arrancar el día de madrugada, y puede ser cierto (aunque no en mi caso). La realidad es que, en general, a la gente no le gusta levantarse tan temprano, lo hace solamente porque tiene que ir temprano a trabajar o a estudiar. Pero cuando no está obligado, duerme hasta que la cama lo expulsa.
He madrugado mucho durante la mayor parte de mi vida, primero por obligación pero desde hace unos pocos años por convicción. Todos los días me levanto a las 5:30am (y los fines de semana una hora más tarde), y curiosamente casi siempre le gano al despertador. Estoy convencida de que aprovecho mejor el día de esta forma, me rinde mejor el tiempo y me siento con más energía. Eso sí, me tengo que acostar temprano, para dormir mínimo unas 7-8 horas.
2.- Primeros pensamientos y acciones del día
Cuando uno despierta y lo primero que pone en su mente es alguna preocupación, algún tema estresante, un temor o enojo ante algo, la tónica del día estará marcada por estas ideas que nos jalan hacia abajo, consciente o inconscientemente.
Todos estamos expuestos a gran cantidad de situaciones adversas, tropezones o cosas que pasan regularmente, pero si al despertar sintonizamos nuestra mente con ideas más positivas, diciéndonos a nosotros mismos pensamientos optimistas, empoderantes y de gratitud, tendremos una mejor perspectiva para encarar lo que venga.
A mí me gusta al abrir los ojos sentarme en la cama unos segundos, respirar hondo, levantar los brazos y estirarme, como queriendo alcanzar el techo, y agradecer estar despierta un día más, pensando en todas las horas que tengo por delante y todo lo que voy a lograr. Me levanto de la cama y me estiro. Es importante darle al cuerpo y a la mente unos segundos de atención antes de empezar en el acelere.
3.- Hago ejercicio diario
Desde hace más de 20 años he hecho ejercicio regularmente, lo hacía al menos 3-4 días a la semana. Desde hace año y medio me hice al propósito de hacerlo diario, y es cuando mejor me he sentido en muchos años. La variedad es importante, porque sino me aburro. Tres días a la semana corro al aire libre, dos días voy al gimnasio, y otros dos días hago una caminata larga de una hora.
El ejercicio propicia que mi mente se active al máximo, es justamente en esas sesiones de corrida o caminata donde se me ocurren más ideas, donde hago planes, donde se me despierta la creatividad.
A mí me funciona mejor el ejercicio temprano en las mañanas, aunque hay gente que prefiere en la noche. Es cosa de costumbre y del reloj biológico de cada quien. Lo importante es activar al cuerpo, que se eleve el ritmo cardiaco y que la sangre circule en el cerebro.
4.- Escucho y leo contenido positivo (información y entretenimiento inteligentes)
Desde que dejé de escuchar y ver noticieros me siento mejor. Lo único que escucho y veo son cosas que me informan, me motivan o hasta me divierten, pero de forma inteligente. Las únicas noticias que consumo son del RSS feed (lector de noticias) que tengo en mi iPad, son fuentes elegidas por mí, con contenido que me interesa y no con temas alarmistas o de manipulación de los medios convencionales.
Además, escucho muchos podcasts, tengo playlists de varios temas: marketing, música, negocios, productividad, desarrollo personal, finanzas, etc. Me doy tiempo también para seguir algunas listas que tengo en Twitter, e incluso ver algo de Instagram y Facebook. También tengo listas de videos por temas en YouTube, desde documentales hasta programas de viajes e información de temas diversos. Hay que saber buscar valor entre la paja.
Uno debe ser proactivo y hacer una curación cuidadosa del contenido que consume. Así como con la comida, no hay que tomar cualquier basura que nos avientan los medios, o los chismes de moda de la semana, etc., hay que seleccionar bien qué le vamos a dar de comer a nuestra mente cada día.
5.- Empiezo el día con un plan hecho
Esto empieza la tarde anterior, que es cuando dejo hecho el plan del día siguiente. Antes de cerrar la computadora cada día, reviso qué cosas me quedaron pendientes -que deba retomar al día siguiente- y qué cosas están previamente programadas para el próximo día.
De acuerdo a la disponibilidad de tiempo, si tengo citas, llamadas, etc, planeo los bloques de tiempo para las cosas que debo hacer al día siguiente. Así, cuando me siento cada mañana a trabajar, no estoy divagando entre una lista desordenada, sino que voy derecho a lo primero que ya tengo definido de antemano.
Mi reto mayor es no saturar el día con una planeación demasiado ambiciosa que rara vez puedo cumplir. Y me ha pasado mucho en años recientes, y me sigue sucediendo, aunque cada vez menos porque estoy siendo más estratégica con mi sistema de planificación.
Claro, siempre hay imprevistos -y hay que dejar margen de tiempo para ello cada día- pero el balance de la jornada se va a determinar con qué nivel de planeación hemos hecho previamente.
6.- Como y duermo bien
Comer bien es el combustible necesario para funcionar de forma óptima durante el día, no hay otra forma ni atajo sostenible. Cuando uno no come bien, come muy pesado, o se satura de carbohidratos y azúcar refinada, tiende a tener picos y caídas súbitas de energía y de concentración. De la calidad de la comida depende en gran medida nuestro rendimiento.
Normalmente como un snack entre el desayuno y la comida, o entre la comida y la cena. Así que siempre tengo a la mano opciones saludables y ricas. No se trata de comer cosas que saben a cartón, hay muchas cosas nutritivas que también son ricas. Hay que variar también para no aburrirse.
De la mano con la alimentación va el sueño. Aunque somos muy resistentes y el cuerpo se adapta a condiciones adversas, no podemos sostener durante tiempo prolongado un ritmo de trabajo exhaustivo sin dormir bien.
Cada quien necesita cierta cantidad de sueño. Hay quien con 6 horas tendrá suficiente, habemos otros que requerimos cerca de las 8 o incluso más. Pero nunca da buenos resultados poner nuestro cuerpo a prueba y someterlo a agotamiento.
Me duermo a las 10 o 10:30pm todos los días, y no es que me force a hacerlo, el mismo ritmo del día hace que a esas horas ya tenga mucho sueño.
7.- Trato de mantener una mentalidad constructiva (buscar soluciones, no problemas)
Tuve una época hace unos años en la que no estaba contenta en mi trabajo. Cuando uno pasa por una temporada así, inconscientemente va cayendo en una espiral de pensamiento negativo, de mentalidad derrotista, de tendencia a criticar todo, a quejarse permanentemente, a poner la atención en los problemas y no en cómo solucionarlos o evitarlos.
Desde que hice un cambio de rumbo, he logrado ir afianzando en mí una mentalidad intencionalmente positiva. No es que vea florecitas y solecitos a cada paso, ni es cegarse a los obstáculos, problemas o temas negativos que se presentan de forma inevitable, es afrontarlos con otra mentalidad. Hay que buscar soluciones o anticiparse a que los problemas se generen, ser más proactivos y menos reactivos.
Trabajo en esto todos los días, porque si uno tiene el hábito (como yo lo tenía) de quejarse de muchas cosas, de criticar todo, de buscar la paja en el ojo ajeno, etc, desvía el rumbo. Me hago el propósito de quejarme menos de las cosas que pasan, de ser más tolerante. Me cuesta, pero avanzo un poco más cada día.
8.- Estar cerca de la gente que quiero
No hay nada en la vida que valga la pena si no lo compartimos con la gente que amamos. Así que no hay que perder de vista cada día que lo que hagamos se pueda compartir.
Cada día, por más ocupados que estemos, hay que darnos el tiempo para hablar con nuestra gente más cercana, por compartir tiempo de calidad, por desayunar, comer o cenar con ellos. Parece mentira, pero un buen abrazo, un rato de risas explosivas, una conversación abierta, hacen milagros.
A veces la distancia física hace imposible estar personalmente con la gente que queremos, como en mi caso, que vivo en una ciudad lejos de mi familia y de la mayoría de mis amigos. Pero ahí es donde una llamada, un mensaje, un texto, nos ayuda a sentirnos más cerca, a hacerle saber a la gente que queremos que estamos pendientes de ellos.
No hay recetas universales, todos somos distintos, lo importante es ir encontrando esas pequeñas acciones que nos mueven la aguja, esos hábitos que nos acercan un poco más cada día a los objetivos que queremos conseguir.
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