No renunciar ni rendirse tan rápido
Si estás haciendo algo importante, nuevo y diferente, es casi inevitable que en algún momento sientas ganas de renunciar. De dejar todo porque no ves la salida y parece que nunca llegarás al final.
Empiezas a pensar que todo está tomando más tiempo y dinero del que imaginaste, que no avanzas, que estás caminando en círculos, y que seguramente estabas loco cuando pensaste que era una buena idea.
No te preocupes, no es personal, no te pasa nada más a ti, le pasa casi a todo el mundo.
Sentirlo es inevitable, pero tiene una explicación, así que cuando lo entiendes, deja de ser un obstáculo y se puede convertir en una ventaja.
(Versión en video)
Nuestro cerebro está entrenado para alejarnos del peligro o lo que nos resulta incómodo. No quiere que trabajemos, quiere que estemos bien, por eso busca y celebra la gratificación inmediata. Es decir que, de manera natural, busca buenos resultados de forma rápida; quiere que estemos felices sin trabajar o experimentar sufrimiento.
Pero al cerebro no le importa si las recompensas son chicas, baratas o insignificantes, lo que quiere es que las consigas ya. No es consciente que, si esperas, resistes y sigues trabajando, puedes alcanzar una recompensa mucho mayor.
Por ese hecho, buscar la recompensa inmediata de manera rápida y sin importar si es todo lo que puedes conseguir, es que abandonar todo muy rápido o antes de tiempo puede tener consecuencias negativas. Si abandonas todos los proyectos o trabajos en cuanto empiezas a sentirte incomodo, entonces nunca consigues cosas o recompensas importantes.
Ahora que sabemos esto, podemos utilizar ese sentimiento, de incomodidad, peligro y ganas de renunciar, como una señal de que estamos entrando a un terreno nuevo, tal vez más arriesgado. Y para continuar y obtener lo que buscamos tenemos que trabajar más duro, invertir más tiempo o recursos, enfocarnos más o buscar ayuda.
Es decir, ese momento puede ser la señal de que tienes que hacer algo diferente para conseguir lo que quieres, que lo que has hecho está bien, y te ha llevado hasta ese punto. Para ir más lejos se tiene que hacer más o por lo menos diferente.
Reconocer que el camino no un paseo por la playa, es la oportunidad de reorganizar las ideas y evaluar si vale la pena trabajar más duro para conseguir ese objetivo o si es momento de retirarnos, porque nuestras prioridades han cambiado o porque efectivamente eso nunca va a funcionar.
Tener ganas de renunciar no es malo, es una oportunidad para evaluar todo otra vez, reevaluar prioridades y recursos, y decidir si se sigue adelante y cómo, o si es momento de abandonar, pero para que esto funcione y no te arrepientas más adelante, asegúrate de tomar los siguientes pasos.
Reevalúa antes de rendirse:
1. Recuerda por qué empezaste ese proyecto y qué significa en tu vida
Toma un momento para regresar al momento en el que empezó todo y recuerda como te sentías. Pregúntate ¿qué emociones experimentaste? ¿por qué te sentías así y si las cosas han cambiado?
Todos tenemos ciclos, a veces estás arriba y otras abajo. Muchas veces, casi siempre, esto tiene que ver con la energía, el cansancio y no con los intereses. Por eso es muy importante tomar tiempo, distancia y evaluar con precisión, no quieres precipitarte y abandonar todo antes de tiempo para arrepentirte después. Obviamente tampoco quieres invertir más tiempo o recursos en algo que no va para ningún lado.
No es lo mismo rendirse que darse cuenta que es momento de retirarse. No es una decisión fácil, por eso es importante hacerlo en calma y con toda la información posible, y sobre todo, recordar porque empezó todo. Más veces de lo que piensas es el cansancio, el hartazgo y la desesperación por lo que se renuncia a los proyectos antes de tiempo.
2. Encuentra la razón por la que quieres renunciar
Muchas veces nos sentimos incómodos sin saber exactamente que nos molesta, pero la reacción inmediata es la prisa por abandonar todo.
Las ganas de renunciar pueden ser el resultado de muchas cosas, cansancio físico, falta de recursos económicos, falta de tiempo, etc. Algunos de estos problemas se pueden resolver muy fácil, muchas veces el simple hecho de tomar vacaciones cambia la perspectiva de las cosas y se regresa con más fuerza. Otras veces es tan sencillo como buscar un socio, contratar un asistente o hablar con el jefe para reorganizar la estructura de trabajo.
No tomes una decisión sin hacer una revisión, casi una auditoría completa de toda la situación, encontrar le verdadero motivo por el que te sientes incomodo y evalúa todas las posibilidades de resolverlo antes de tirar la toalla.
3. Imagina como te sentirás cuando completes ese trabajo
Visualiza el momento de conseguir el objetivo que estás buscando, y trata de sentir la emoción de alcanzarlo.
Yo sé, esto parece un embuste, un consejo falso y barato, pero funciona. De hecho, los atletas de alto rendimiento lo utilizan mucho durante la preparación y minutos antes de entra en competencia. Ven videos de competencias anteriores y se visualizan recibiendo una medalla o levantando un trofeo.
No se trata de el reconocimiento de otros, se trata de ti mismo, y decidir qué es más importante, seguir adelante, hacer los ajustes y más adelante sentir la emoción de la victoria o éxito, o quedarte con lo que ya tienes.
4. Prepara un plan B
Antes de empezar cualquier cosa, es recomendable tener un plan B.
En esencia, tener un plan B significa tener opciones y ser libre, porque siempre que encuentres un problema, tendrás una opción para resolverlo.
Hay muchas maneras de hacerlo, pero para mí lo mejor es recorrer el camino al revés. Empezar con la meta que quieres conseguir, puede ser consolidar un negocio, conseguir una promoción en el trabajo, bueno, incluso bajar de peso. Ya que tienes claro el objetivo, haz una lista de todas las cosas que tienen que pasar y que tú tienes que hacer para conseguirlo. Y para cada paso prepara un plan B, qué harías, o qué tienes que hacer si algo no sucede como tenías planeado. Así, cuando esa situación se presente, en lugar de frustrarte y querer renunciar, lo único que tienes que hacer es activar el plan B que ya tenías preparado.
5. Busca ayuda y déjate ayudar
Tener ganas de renunciar es natural, le pasa a todo el mundo, no tienes por qué sentir pena y mucho menos encerrarte tú solo con ese sentimiento.
Compártelo con tus amigos, tu familia o tu mentor. No tengas miedo de escuchar diferentes puntos de vista, incluso, si sus opiniones no son completamente de tu agrado, te pueden ayudar a abrir la mente y ver las cosas de otra manera.
Pero por favor, cuando pidas ayuda, tienes que estar dispuesto a escuchar y dejarte ayudar, aun cuando lo que te digan de entrada te haga sentir incómodo.
6. Celebra victorias intermedias
Cuando estamos agobiados por las ganas de renunciar o abandonar algo, es difícil recordar los buenos momentos y celebrar las cosas que se han conseguido.
Pero yo siempre recomiendo parar el balón y pensar, hacer una lista de las cosas que se han conseguido, todas, incluso las más pequeñas. Cuando pones todo junto y empiezas a recordar, todo toma otra dimensión, valoras tus esfuerzos – y el del equipo -, alimentas tu ego – un poco no está mal – y te vuelves a emocionar.
Si valoras las metas intermedias, es más fácil continuar, por que no tienes que esperar tanto tiempo para celebrar y cargarte de energía, lo haces de manera más constante, te sientes mejor y al mismo tiempo tienes obstáculos más fáciles de superar.
Si tomas distancia, y ves lo bueno que has hecho, tendrás más ganas de seguir adelante.
Conclusiones:
Conseguir cosas importantes no es fácil, por algo el éxito es extraordinario, porque para conseguirlo se tienen que hacer cosas que no todo el mundo hace.
Por eso, cuando tengas ganas de renunciar y dejarlo todo, piénsalo dos veces, casi siempre el objetivo se cumple un poquito más adelante del momento en el que todo el mundo renuncia