Por muchos años mi rutina de todos los días era llegar temprano a la oficina para contestar todos los emails del inbox, por supuesto antes de que la locura se desatara.
Me funcionaba a la perfección, siempre estaba al día con todo lo que tenía que hacer.
El único inconveniente de esa rutina es que pasas las horas más importantes y creativas de tu día atendiendo las preguntas, necesidades o prioridades de alguien más