Qué tipos de emprendedores hay y con cuál te identificas

by | Nov 25, 2020 | desarrollo profesional, emprendimiento

Son muy diversas las razones que llevan a alguien a emprender. La chispa que enciende ese motor inicia de maneras muy distintas, a veces casi sin darnos cuenta. Hay emprendedores que nacen para serlo y hay otros que en el camino lo descubren. Existen otros que lo intentan forzados por las circunstancias, y otros que les sale de forma natural. Hay también los que lo prueban y nunca dan marcha atrás, y otros que reconocen que no es lo suyo.

Aunque la palabra emprendedor se aplica generalmente para alguien que inicia un negocio propio, la definición real es más incluyente: “persona que tiene decisión e iniciativa para realizar acciones que son difíciles o entrañan algún riesgo”. Con lo cual, te tengo una buena noticia: todos podemos tener algo de emprendedores, aún si eres empleado en una corporación u otro negocio. Lo que da esa etiqueta es la actitud ante el trabajo.

Se han hecho diversas clasificaciones por tipo de emprendedor, estos son los arquetipos básicos. Habrá gente que claramente caiga en uno de ellos, y otros que son una buena combinación.

Y tú, ¿en cuál de ellos te reconoces?

 

(versión video de esta nota)

 

Los 6 principales tipos de emprendedores

 

1.- Por necesidad

Inicio con este porque es uno de los más comunes. Muchos emprendedores entran en este mundo porque son despedidos de su trabajo y no logran encontrar pronto otro empleo fijo, con lo cual echan mano de alguna idea en plan “mientras consiguen algo”. Otros más osados deciden dejar algún trabajo que ya no toleran y se lanzan al ruedo como emprendedores (aunque siempre con la idea de tomar un trabajo si les surge algo interesante).

El emprendedor por necesidad suele ser muy cauto y precavido, no acostumbra arriesgar mucho ni emprender proyectos demasiado ambiciosos, sobre todo en un principio. Es muy tenaz y constante.

Como generalmente viene del mundo corporativo u otros negocios, tiene bien desarrollado el valor del trabajo individual y colectivo. A veces se le puede confundir con los freelancers o autónomos, pero es distinto.

Su punto débil es más de mentalidad que de capacidad, porque como se convierte en emprendedor por necesidad y no por voluntad, no es fácil que aguante los tropiezos y la curva de aprendizaje que implica emprender.

 

2.- Por oportunidad

A diferencia del anterior, este busca constantemente impulsar su actividad en el mundo del emprendimiento. Es racional, analítico y muy versátil, y se dedica a buscar y descubrir constantemente nuevas oportunidades. No importa que no conozca a fondo cierto sector, si detecta potencial y un hueco en el mercado, entra en acción para capitalizarlo.

El emprendedor por oportunidad tiene un sexto sentido, saca conclusiones y crea escenarios insospechados, y muchas veces con resultados positivos. Suele aprovechar situaciones de crisis en una industria o incluso en un país, y sacar a flote oportunidades de negocio únicas.

A veces se le considera también emprendedor por accidente o al azar, porque sin planificarlo, detecta o descubre ese algo que enciende la chispa de un nuevo proyecto.

Su lado débil es que puede ser demasiado analítico, rayando en lo frío y poco involucrado a nivel personal. Además, como suele estar informado de forma superficial en los temas o sectores, no conoce a profundidad todos los escenarios en los que se involucra, lo cual los pone en una situación vulnerable si no cuentan con apoyo de especialistas.

 

3.- El visionario

Tiene cosas en común con el emprendedor de oportunidad, pero con otros matices. Este también es versátil y se anima a emprender en sectores diversos, la diferencia es que este tiene más pasión -y hasta vocación-, sabe transmitir eso a sus colaboradores y clientes, y se le percibe como más persuasivo, comunicativo y empático.

El emprendedor visionario se adelanta a las tendencias, es intuitivo y vaticina cosas que no percibe el ojo común. Es un emprendedor nato, tiene bien entrenado el músculo del riesgo y el miedo al fracaso no lo paraliza. Constantemente está buscando ideas nuevas. Sus proyectos van encaminados a satisfacer necesidades de mercado que están aún latentes o en crecimiento.

Muchas veces, emprende más por un sexto sentido que por necesidad económica. A veces puede ser más un incubador más que un emprendedor.

Su debilidad es que sus emprendimientos a veces pueden ser o parecer demasiado alejados a la realidad del presente, proyectando todo en condiciones esperadas del mercado. Como son apuestas más a futuro, sus negocios no suelen ser rentables a corto plazo. También puede ser percibido como inestable o inconstante, porque tiende a iniciar proyectos que deja sin culminar.

 

4.- El inversionista

Este es muy fácil de definir porque el dinero es su motor y la rentabilidad su objetivo principal -o único-. Generalmente funciona como socio capitalista, no como la persona que maneja el día a día del emprendimiento. Incluso muchos de ellos tienen este papel en varias empresas.

El emprendedor capitalista tiene fondos para invertir, y su objetivo es recuperarlo y multiplicarlo. Por la variedad de sectores donde suele invertir, tal vez no tenga conocimiento profundo o interés en los detalles de la operación de sus empresas, pero tiene un olfato de negocios envidiable.

Hay una variedad de este tipo de emprendedor que tiende a comprar o crear empresas única y exclusivamente para crecerlas y venderlas. En esto se parecen al empresario por oportunidad, porque más que estar casados con cierto sector o industria, lo que hacen es detectar o generar esas oportunidades de inversión y cerrar la jugada.

Su punto débil es que, al ser la rentabilidad su único objetivo, no se involucra a fondo en sus emprendimientos, ni operativamente ni a nivel personal. Cuando no conoce a fondo la industria en la que opera, no le apasiona, y por lo tanto es difícil que genere una dinámica de cultura de empresa entre su equipo. No tiene mucha tolerancia al fracaso y decidirá cerrar o vender si el negocio no marcha como espera.

 

5.- El especialista

Este emprendedor tiene un perfil más técnico, como su nombre lo dice, está totalmente centrado en su área de especialidad. A veces no conoce a fondo las otras partes que necesita para operar, pero para eso se rodea de gente que lo apoye.

El emprendedor especialista tiene un conocimiento profundo de su mercado, y sabe encontrar huecos o errores de otros para detectar oportunidades de negocio. Es arriesgado y goza de buen reconocimiento y prestigio en su campo de acción.

Este emprendedor suele ser muy protagónico en la forma de manejar su negocio o empresa, sobre todo por ese status del que goza al ser un especialista.

Su lado débil es que, justamente al estar demasiado especializado en lo suyo, pasa por alto u omite situaciones o necesidades de otras áreas vitales para el funcionamiento integral de su emprendimiento. Además, cuando son proyectos para nichos muy precisos, el mercado es más limitado y puede ser económicamente mayor el reto.

 

6.- El emprendedor corporativo o intrapreneur

Este es el arquetipo al que me refería al principio, cuando mencioné que todos podemos tener algo de emprendedor, aún si trabajamos para alguna compañía. Aunque la connotación de la palabra emprendedor es la de una persona que inicia su propio negocio o empresa, la definición real de la palabra  es “persona que tiene decisión e iniciativa para realizar acciones que son difíciles o entrañan algún riesgo”, lo cual nos permite pensar que TODOS podemos ser emprendedores, independientemente de dónde trabajemos, si somos empleados, freelancers o tenemos un negocio propio.

El “emprendedor corporativo” o intrapreneur es ese empleado con gran iniciativa, el que siempre quiere innovar. Está constantemente buscando nuevas formas de hacer las cosas, cuestionando lo que cree que se puede mejorar y propiciando una dinámica productiva en el equipo.

La actitud emprendedora se puede compaginar con cualquier tipo de trabajo o sector.

En este caso no hay lado débil, sino más que nada la resistencia o apertura con la que este tipo de emprendedor se tope en la compañía donde trabaja. Un jefe con mentalidad obtusa buscará frenar todo tipo de actitud emprendedora en su equipo, mientras un jefe inteligente y hábil detectará esa chispa y la potenciará.

 

Image by Free-photos on Pixabay

 

El emprendimiento es un viaje de alto riesgo, no es para todos (y está perfectamente bien el que decide encaminar su crecimiento profesional por otros rumbos). Sin embargo, el que decide entrar, aunque se topará con riesgos, tropiezos y descalabros, podrá tener un día esa enorme satisfacción de “dar en el clavo”, de lograr echar a andar algo más grande que uno mismo. Es un viaje cuya recompensa es no sólo el destino, sino el descubrirse en el camino como persona y como profesional.

 

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