Somos buenísimos para quejarnos de todo sin darnos cuenta de que vivimos en la gloria.
No sé si sabías que aunque el trabajo de astronauta se ve muy glamuroso, las cosas en la Estación Espacial Internacional son una monserga.
Para empezar, no hay agua corriente y, desde luego, cero privacidad. Quieras o no, tu mundo está envuelto en velcro para detener absolutamente todo. La comida casi no sabe a nada, es como comer cartón; el ruido de los ventiladores no se detiene, es como el zumbido de un mosquito gigante. La cosa no termina ahí, para llegar, tienes que hacer un viaje en la nave espacial Soyuz, que tiene un espacio de 265 pies cúbicos, eso es menos que un Mini Cooper, para que no te quejes de tu cubículo.
Y ya para cerrar, tienes que usar pañal y una especie de mameluco de algodón especial que no se prende en llamas ni se derrite en caso de un accidente. Tú y yo lo más peligroso que tenemos que hacer en el trabajo es mantener a distancia la bolsa de Cheetos bolita.
Todo esto sin considerar los problemas naturales del trabajo, donde si pasa algo, pues no hay manera de pedir ayuda, así que te las arreglas solo. Yo pensé que mantener tu casa en buenas condiciones y manejar un negocio era pesado, pero después de esto me parece un paseo por el parque. |