El FOMO (por sus siglas en inglés Fear Of Missing Out) se instaló entre nosotros en años recientes. El término ya es parte del nuevo lingo, y como con tantas otras palabras de la era digital y móvil, se adoptó del mismo modo en otros idiomas además del inglés.
¿En qué consiste el FOMO?
El FOMO no es otra cosa sino el miedo a perderse algo, a quedar excluído de información o de actividades, a no enterarse de todo lo que creemos que nos interesa. El FOMO ha existido siempre en la sociedad, pero recientemente con el auge de las redes sociales y nuevas tecnologías ha cobrado nuevo auge. Generalmente le pasa a gente con inseguridades, en soledad o propensas a la depresión.
La cascada de información y contenido que recibimos por todas las redes sociales y medios digitales rebasa por mucho nuestra capacidad de procesarlo. No hay horas suficientes en el día para revisar todas las publicaciones de nuestro Facebook, ponerse al día en Instagram, conectarse a Snapchat, leer los “tuits” de toda la gente que seguimos en Twitter o revisar nuestro servicio de curación de noticias.
El FOMO es sobre todo un fenómeno de gente menor de 30 años, pero también hay mucha gente mayor de esa edad que lo sufre. Y digo “lo sufre” porque la gente no lo pasa bien y padece ansiedad si no está permanentemente el tiempo conectado. Es una compulsión, de estar en línea para no quedarse atrás, para estar al día con el tema más reciente para conversar con los amigos, para ser el primero que circule el “meme” más nuevo, para ver los mensajes de los chats para saber el último chisme, ser el primero que se entere de una noticia relevante, etc.
¿Cómo me doy cuenta si tengo FOMO?
Muy fácil: si te causa una ansiedad tremenda no consultar tu celular cada dos minutos para ver las últimas entradas, o no puedes vivir sin publicar cada minuto de tu día en tus redes. Tienes FOMO si te aburres cuando no estás con tu celular en la mano o frente a tu computadora, si no te entretiene nada más de unos minutos sin tener que estar consultando la publicación más reciente o las novedades en línea. Tienes FOMO si tu constante conexión con tu móvil o los medios digitales te impide tener una vida social sana, de convivir y conversar persona a persona, o incluso de desempeñar bien tu trabajo.
¿Qué tanto puede afectarme?
La persona que vive con FOMO no funciona óptimamente a nivel familiar, social y laboralmente. No está presente al 100% cuando está en familia o con amigos, siempre se distrae y es difícil que mantenga una conversación larga o actividad social sin estar interrumpiendo constantemente su atención.
El estudiante o el profesionista con FOMO es poco productivo. Suele fallar en sus compromisos de fechas de entrega, baja la calidad de trabajos, se distrae en las reuniones y no se interesa por los temas comunes. Nuestro cerebro no está hecho para el multi-tasking, por lo que nuestra concentración en la clase o en la oficina siempre se verá afectada por la atención dividida.
¿Qué hago si tengo FOMO?
Lo que menos necesitas es agregar más ansiedad y tensión a tu vida. No está comprobado que el eliminar de tajo nuestro acceso a las redes o a nuestros dispositivos sea el remedio, incluso se genera en la persona una ansiedad y manifestaciones similares al síndrome de abstinencia. Si bien para casos extremos hay incluso clínicas donde brindan tratamiento a este tipo de adicción (redes sociales, internet, online gaming, etc), lo que puede funcionar para la gran mayoría es un autodiagnóstico, tomar medidas y un serio compromiso consigo mismo. Empezando por:
1) Reconócelo.- Sin duda es el primer paso, aceptar que tienes FOMO y que quieres poner tu mejor esfuerzo para controlarlo. Comúnicalo a tu gente cercana para que sepan que estás aceptando que tienes un problema y necesitas su apoyo.
2) Mantén la calma y concéntrate en cada cosa que haces.- Solemos movernos a un ritmo más rápido del que es necesario o benéfico para nuestro bienestar. Nuestras actividades diarias requieren ciertos niveles de enfoque, de práctica y hasta de concentración. Respira hondo y exhala lentamente, y trata de hacer una cosa a la vez, concentrándote y dándole su tiempo a cada cosa (hasta comer, manejar, conversar con alguien, etc). Si te ayudan los estímulos visuales, no está de más colocar un “Manten la calma” o “Respira” en un post-it en tu cocina, en el coche o en tu oficina.
3) Selecciona y filtra el contenido que consumes.- Evita la saturación al máximo y haz una buena depuración de tus cuentas de redes sociales y de tu news feed, eliminando todos aquellos contactos o fuentes de información que no te aportan nada útil. Házlo con juicio, sé firme. No pasa nada si dejas de recibir los snapchats de varios de tus conocidos, o las 15 selfies diarias que se toman tus amigos o los artistas que te gustan.
4) Asigna tiempos y horarios para revisar tus redes o información en línea.- Limita al máximo los tiempos para esta actividad, manéjalo como un “premio” cuando acabas un tiempo de trabajo o estudio. Pero eso sí, sé estricto contigo y no te sigas dos horas más leyendo tu celular o chateando. Si tú no respetas tu propio tiempo, ¿quién lo hará?
5) Ayúdate poniendo barreras.- Si sabes que cuando estás trabajando en la computadora no puedes evitar brincar a Facebook, instala un programa que bloquee ciertas páginas de internet (tú puedes personalizarlo), como Cold Turkey (mac), la extensión Stay Focused para Chrome (mac o PC), u otras para tu celular como SelfControl o Study Lockdown. Así, si te da trabajo controlarte, la barrera involuntaria de ayudará a mantenerte en lo que estés trabajando.
6) Da prioridad a las experiencias y a las relaciones humanas.– Aprende a disfrutar la compañía de tu familia, amigos y colegas en persona, y fomenta charlar con ellos en vivo, por teléfono o por algún servicio de audio online, pero trata siempre de conectarte a un nivel personal, humano. Si alguien tiene urgencia de hablar contigo o simplemente quiere charlar para compartirte algo, saben cómo ubicarte. Es una tranquilidad saberse localizable pero sin tener la necesidad de estar abriendo todos y cada uno de los chats y redes sociales para ver si alguien nos mencionó.
7) Vive el momento.- Aprende a disfrutar o a sentir plenamente cada momento que vives. Si es una situación agradable, disfrútala al máximo. Una charla inesperada en en la fila del supermercado, conocer gente nueva, reencontrarte con algún amigo, ganar un nuevo cliente, salir bien en la escuela, etc… siente y vive a fondo esas situaciones. Lo mismo si son negativas, vívelas y asimílalas para darles salida lo antes posible, pero no las enmascares con bloqueos externos.
8) No compares.- Las redes sociales suelen mostrarnos una realidad parcial, distorsionada o “plástica” de la vida de la gente. Nadie pone una foto donde no sale bien, o publica una comida fea, o unas fotos en unas vacaciones de bajo presupuesto; parece que todos nuestros contactos tienen mejor ropa que nosotros, salen mejor en las fotos, vacacionan en lugares más lindos, manejan mejores coches y comen platillos más sofisticados que los nuestros. Tú mejor que nadie conoces tu realidad y debes aprender a aceptarla, disfrutarla o mejorar de ella lo que no te guste, pero nunca comparándote con el de junto. Está bien mostrar nuestras cosas positivas y la cara bonita al ciberespacio -y ver las de los demás- mientras estás consciente que eso es sólo una parte de la realidad.
9) La tecnología está para servirnos, no al contrario.- Los celulares, las computadoras y en general la tecnología se han desarrollado para servir al hombre y hacerle la vida más fácil, no para complicársela ni para esclavizarlo.
10) Aprende nuevas cosas y encuentra nuevos pasatiempos.- El hombre tiene una capacidad inmensa de aprender y de crecer intelectual y mentalmente a través de exponerse a nuevas experiencias e ideas. Podemos desarrollar tantas habilidades como queramos, todo es cuestión de darnos la oportunidad de probarnos a nosotros mismos que somos buenos para muchas cosas. Aprende otro idioma, toca un instrumento, escribe, haz un nuevo deporte, prueba varias artes plásticas, lee libros, ve documentales, etc.
El FOMO es simplemente un fenómeno que nos ha generado la hiperconectividad en la que vivimos, pero si empezamos por reconocerlo y trabajar en contrarrestarlo, podremos vivir en una relación armónica con la tecnología y con la gente con la que nos rodea.