Víctima de la manipulación del lenguaje, la creatividad es entendida como sinónimo de genialidad, cuando en realidad se trata de tomar algo que ya existe y reinterpretarlo de manera positiva.
La humanidad siempre ha estado fascinada por la creatividad. La simple idea de hacer algo creativo genera una sensación tan imponente que se le ha otorgado una imagen mística y exclusiva. La creatividad se asocia a los artistas, celebridades o grandes emprendedores, gente con ideas brillantes que “se hablan de tú” con las musas que los inspiran. Esto, de manera injustificada, deja fuera del debate y la discusión la naturaleza inventiva con la que nacemos todos.
Es momento de regresar al carácter útil de la creatividad. Por supuesto, es importante dejarnos sorprender por algo inesperado, celebrar la parte artística y radiante de las cosas ingeniosas; pero nada debería maravillarnos más que resolver un problema, conseguir un trabajo mejor, modernizar un negocio, reinventarnos profesionalmente y generar nuestras propias oportunidades.
La creatividad no está sujeta a nada
La creatividad puede nacer en cualquier momento de la cabeza de cada uno de nosotros, pero, por supuesto, como todas las habilidades humanas, es mejor si se trabaja y desarrolla. La diferencia entre una idea y una idea buena es el trabajo, tiempo y enfoque que se ha puesto detrás de ella. Con esto en mente, un buen consejo es visualizar nuestro oficio dentro de 2 o 3 años, y pensar qué cosas deberíamos aprender o desarrollar para convertirnos en un profesional más eficiente y valioso. ¿No se te ocurre nada?, ¡no te preocupes!, es cosa de tiempo, las ideas vienen una de tras de la otra y, cuando empiezan, sencillamente no tienen límites.
Por todo esto, te puedo decir que para mí el verdadero sentido de la creatividad es servirnos, y nuestra obligación es hacer uso de ella para mejorar el mundo en que vivimos.
El fin de semana vamos a reflexionar y compartir 5 beneficios de pensar de manera creativa en el trabajo. |