Hábitos atómicos: qué mejoró en mi vida después de leerlo
Hace 3 años leí por primera vez Hábitos atómicos, y desde entonces me pareció buenísimo. Ya había leído otros libros de hábitos, pero este era más fácil de leer y también más fácil de poner en práctica. Las ideas y consejos son muy claros y normales, nada rebuscado, son cosas que hacemos y vivimos todos los días todas las personas. Hábitos atómicos 3 años después, aquí comento qué mejoró en mi vida después de leerlo y cuáles son la ideas que me parecen más importantes.
No es un libro para expertos, es un libro para cualquier persona que quiera cambiar y mejorar una parte de su vida o trabajo. Tres años después y con varias lecturas de por medio, puedo decir que efectivamente es uno de eso libros que pueden cambiarte la vida.
(Versión en video)
Las 4 ideas principales de Hábitos atómicos de James Clear
No voy a entrar mucho en los detalles del libro, porque para eso ya hice un programa hace algún tiempo, se llama Las 4 ideas principales de Hábitos atómicos de James Clear y lo puedes encontrar aquí mismo en la librería de episodios. Hoy lo que voy a hacer es revisar que cosas he adaptado o cambiado en mi vida, después de leer el libro y especialmente de poner en práctica las ideas del libro. Aquí van las ideas del libro Hábitos atómicos y qué mejoró en mi vida después de leerlo.
Para empezar, tengo que mencionar, que James Clear, asegura que más de la mitad de las acciones que hacemos en el día son hábitos que realizamos de manera automática y casi inconsciente, así, sin darnos cuenta.
Objetivos y éxito
Evidentemente se refiere a acciones de todo tipo, por ejemplo, la hora en la que despertamos, que es lo primero que hacemos en el día, qué y cómo desayunamos, que cosas leemos, las redes sociales que consultamos, qué es lo primero que hacemos al llegar al trabajo, cuántas horas trabajamos, etc., etc., etc.
Si no lo piensas de manera analítica, todas estas acciones parecen tareas normales, costumbres que no tienen mayor importancia, que no afectan nuestra vida, o mejor dicho, no afectan nuestra vida de manera importante porque lo que sí modifica las cosas, según el sentido común, son acciones muy grandes que son planeadas, organizadas y que requieren de muchos recursos, tiempo y compromiso.
En general, el mundo piensa que conseguir un gran empleo, tener un negocio exitoso, correr un maratón, escribir un libro y demás objetivos de ese tipo, se consiguen en base al talento, el trabajo duro y en algunos casos la suerte y los privilegios. Algo hay de eso, no voy a mentir, sí se necesitan, pero lo interesante que reafirmé leyendo Hábitos atómicos, es que si pones atención a todas las pequeñas acciones que realizas de manera automática, y sustituyes las que no contribuyen en nada, incluso si parecen muy chiquitas e insignificantes, con otra cosa, también pequeña y que no cueste mucho trabajo, pero que sea productiva, puedes alcanzar muy buenos resultados.
Todos los hábitos, grandes y pequeños, positivos o negativos influyen mucho en nuestra calidad de vida
La idea principal del libro, y lección más importante que aprendí, incorporé a mis rutinas de todos los días y mantengo es que las pequeñas acciones de todos los días, sumadas a lo largo del tiempo tienen un impacto muy grande en las cosas que conseguimos.
Por eso es muy importante dividir todos nuestros objetivos en tareas pequeñas, automatizar la mayor cantidad de ellas, es decir, convertirlas en rutinas y sustituir todo aquello que no contribuya de manera positiva a alcanzar lo que queremos. El secreto es, soñar grande, tener objetivos importantes, pero concentrarse en el día a día en las tareas que tienes que hacer hoy y así siempre hasta alcanzar lo que buscas.
Los hábitos con comportamientos que aprendemos a partir de las experiencias, y se realizan de manera automática cuando los repetimos de manera seguida. Si tu objetivo es escribir un libro, lo que tienes que hacer es desarrollar el hábito de escribir unos minutos todos los días.
Para cambiar un hábito no basta con la fuerza de voluntad, se necesita modificar que lo activa y el ecosistema en el que vive
La segunda lección tiene que ver con la manera de sustituir un hábito malo con uno bueno. Todos los hábitos sin excepción tienen un detonador, algo que los activa de manera automática. Si quieres eliminar los hábitos malos y aprovechar los buenos, es necesario identificar por qué se activan y el entorno en el que funcionan. Por ejemplo, si tienes el hábito de comer algo muy dulce de postre y quieres dejarlo, no es suficiente con decir ya no quieres comer azúcar, la fuerza de voluntad puede ayudar, pero tiene sus límites.
Para resolverlo primero hay que identificar por qué haces lo que quieres cambiar, y asegurarte cómo contribuye el espacio en el que estás a que se repita esa conducta. Una razón puede ser que tu cuerpo necesita una inyección adicional de energía después de comer, y de manera automática buscas azúcar en algo, un postre definitivamente te ayudará por unos minutos, pero después la sensación de cansancio va a ser peor. Otro motivo puede ser que todos tus compañeros lo hacen, comen juntos y juntos comen el postre, es una costumbre normal para todos y por eso es normal para ti.
Si lo que necesitas es algo para conseguir más energía, es tan fácil como buscar otra opción, puede ser tan sencillo como tomar una taza de café, pero si el problema es tu grupo de amigos, pues aunque parezca radical y extremo, lo mejor sería cambiar de grupo de amigos para comer porque si ellos lo siguen haciendo es muy difícil, por no decir que imposible que tú lo dejes de hacer nada más aguantándote las ganas.
Sustituir un hábito malo por uno bueno
Ahora, James Clear propone, que para resolver ese problema, y sustituir un hábito malo por uno bueno, la mejor manera de hacerlo es desarrollando rituales. Es decir, diseñar una rutina que detone el hábito bueno que quieras desarrollar y que culmine con una recompensa para que lo disfrutes y se convierta en una práctica normal.
En mi caso, por ejemplo, escribir los guiones o artículos de los programas me gusta, sé que tengo que hacerlo, pero me consumía mucha energía, así que desarrolle un ritual. Siempre que voy a escribir, escucho el mismo playlist de música, me preparo una taza de café que solo tomo cuando escribo y lo hago en un lugar diferente de la oficina. Así que cuando preparó el café y escucho ese playlist, de manera inmediata sé que voy a escribir, lo noto de manera inmediata, las ideas vienen más fácil y me cuesta mucho menos trabajo.
Identifica qué quieres cambiar y desarrolla un ritual que disfrutes para hacer de esa tarea algo más placentero, sano y productivo.
Conclusiones:
Hábitos atómicos está lleno de buenas ideas y lecciones sobre los hábitos.
Las dos que más me han ayudado y todavía mantengo después de tres años de leerlo por primera vez son. Que todos los hábitos, incluidos los más pequeños e insignificantes impactan mucho nuestra calidad de vida, por eso es importante dividir los grandes objetivos en tareas pequeñas. Y que, si quiero eliminar un mal hábito y sustituirlo con uno bueno, o directamente desarrollar un hábito productivo, la mejor manera de hacerlo es diseñando un ritual active el hábito productivo y termine con una recompensa que me ayude a volverlo algo agradable que repite lo más posible.
Si nunca has leído un libro para entender los hábitos, saber qué son, cómo se desarrollan y aprovechan, Hábitos atómicos es un buen lugar para empezar.