Tenía 29 años y 106 dólares en su cuenta bancaria, pero todavía no estaba listo para renunciar al sueño de ser actor.
Su carrera estaba estancada y no ganaba ni para pagar la renta de su departamento en Hollywood. Un día, para distraerse, entró a un cine para ver una pelea de box de Muhammad Ali contra Chuck Wepner. Se suponía una victoria sencilla para Ali, pero contra todos los pronósticos Wepner aguantó 15 rounds antes de ser noqueado.
Inspirado por esta historia de competitividad y espíritu ganador, decidió escribir un guion. Como no conseguía buenos papeles, pensó que tal vez podía escribir uno perfecto para él mismo. Terminó el guion en apenas 3 días.
Un día al salir de otra audición fallida se dió la vuelta y por capricho mencionó su guion a los productores en la sala. Intrigados por la historia, los productores leyeron el guion. Les encantó y le ofrecieron $25,000 dólares para comprarle los derechos. Pero tenían una condición: querían un actor de renombre que les asegurara taquilla para interpretar el papel principal. Él se negó, había escrito el guion para interpretar él mismo ese papel principal. “Prefiero enterrarlo y que no se haga nunca”, le dijo a su esposa.
Los productores pensaron que se negaba porque estaba negociando, así que aumentaron la oferta. Primero $100,000 dólares, y nada. Subieron la oferta hasta $360,000 sin mucha suerte. Los productores insistieron en que necesitaban una gran estrella para interpretar el papel principal, pero el actor quería vivir de acuerdo con la historia que contaba en el guion: ir tras los sueños no realizados y tener fe en uno mismo.
Los productores finalmente cedieron y dieron luz verde a la película con la condición de que el presupuesto se mantuviera bajo. La película se rodó en 28 días con un escaso presupuesto de 1 millón de dólares. Para no pasarse del presupuesto, incluyó a varios miembros de su familia en la película, incluidos su padre, su hermano, su esposa y su perro Butkus.
La película superó todas las expectativas. Ganó mucho dinero y tres premios Oscar en 1977, incluido el de Mejor Película. Como habrás adivinado, estoy hablando de Rocky, y el actor era un joven Sylvester Stallone.
La mayoría de personas habrían cedido el papel principal a otro actor y simplemente vendido el guion, pero Stallone quería ser actor. Esa era su convicción y no estaba dispuesto a renunciar a ella. Con esa idea clavada en la cabeza, la decisión era simple. No iba a desperdiciar la oportunidad de protagonizar un posible éxito de taquilla e interpretar un papel literalmente creado para él, incluso si eso significaba alejarse de un trato de mucho dinero.
La mayoría de las personas y empresas no tienen idea de cuál es su verdadera convicción. A menudo se guían por objetivos a corto plazo que no logran trascender más allá de lo que hace todo el mundo.
La convicción no son los valores corporativos como respeto al medio ambienten, innovación o trabajo en equipo. Estos valores no tienen sentido a menos que sean lo suficientemente específicos como para influir cómo se toman las decisiones en todos los niveles. Para saber cuál es tu convicción, pregúntate lo que nadie quiere preguntarse, me refiero a ¿por qué hago lo que hago?
Y si todavía tienes problemas en contestarte, piensa qué harías si ya tienes 20 millones en el banco y nada más te quedan 10 años de vida. ¿Cómo los invertirías, qué harías con tu tiempo y recursos?
La respuesta a esta pregunta es lo que tienes que hacer, incluso si no tienes esa cantidad de dinero y no sabes cuánto tiempo te queda por vivir, porque en la medida en que hagas eso serás más exitoso en tus propios términos.
Estas son 5 ideas para encontrar cuál es tu verdadera convicción:
|