Cada año por estas fechas, millones de personas en todo el mundo están todavía muy motivadas con los objetivos que recién se fijaron para el año que inicia. Es natural que en los primeros días lo que reina es el optimismo, y vemos los meses próximos como un lienzo en blanco donde plasmar la mejor versión de nosotros.
Lamentablemente no basta con las buenas intenciones, ese optimismo dura muy poco, y esas metas u objetivos muy pronto quedan en el cajón, archivadas para el olvido, o incluso para una frustrada revisión anual a fin de año.
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¿Por qué fallamos en los objetivos anuales?
No tengo que recurrir a estudios científicos para decirte cuántos días en promedio duran las acciones encaminadas a alcanzar nuestros objetivos, y mucho menos cuántos de esos objetivos se alcanzan. La realidad la podemos ver no sólo en toda la gente a nuestro alrededor sino en nosotros mismos.
Salvo que tú seas de esa extraña especie en extención de los que sí logran el 100% de sus objetivos, seguramente te vas a identificar en varias o en las 8 razones que te voy a explicar a continuación. Sin un orden de importancia en particular, son más que nada una lista de causas que ocasionan que nuestros objetivos anuales desaparezcan en el fondo de un cajón o les salgan alas y vuelen por la ventana.
1) Falta de planificación
Salvo que sean minúsculos o super sencillos, casi todos los objetivos requieren al menos algo de planificación, y los que son más complejos o ambiciosos necesitarán una planeación exhaustiva. Si cuando te sientas a establecer tus objetivos se olvida detallar los pasos que necesitas para llegar realmente del punto A al punto B, bueno, es muy probable que nunca llegue al punto B.
Por ejemplo, si tu objetivo es aumentar tu base de clientes en un 30% durante el próximo año, y no determinas qué necesitarás para llegar ahí, ten por seguro que no sucederá. Tendrías que planificar si necesitas contratar más personal, qué nuevas estrategias se pueden implementar, qué ajustes de presupuesto o inversiones tendrás que hacer, etc.
Así como un avión tiene detallado su plan de vuelo desde antes de despegar, y contempla anticipadamente las eventualidades que se le podrán presentar, así tú tienes que planificar ese tipo de objetivos ambiciosos, creando un plan de acción detallado, específico y dándolo a conocer a todos los involucrados.
2) Objetivos no específicos ni medibles
Si tus objetivos son más un puñado de deseos abstractos y subjetivos, ten por seguro que no los cumplirás. No es factible conseguir las metas que no sean claras y concretas.
Por ejemplo, si dices, “voy a tomar algún curso”, no es lo mismo que digas “voy a tomar un curso de marketing digital en línea.
Tampoco funciona si no les damos cierta medición, digamos que hay que definir nuestro objetivo bajo una cantidad, como dinero, kilos, días, etc.
Por ejemplo, si dices, “voy a aumentar la facturación de mi negocio”, no es lo mismo que digas “voy a aumentar la facturación en un 40% en el año”. O si dices “voy a contratar más gente” no es lo mismo a decir “voy a contratar un asistente, un vendedor y un especialista en marketing” antes de 3 meses.
3) Procrastinación
Hay una frase muy conocida que ilustra bien esto de la procrastinación. Dicen que Abraham Lincoln dijo una vez: “Dame seis horas para talar un árbol, y pasaré las primeras cuatro afilando el hacha” ¿Qué te dice ésto? Que de todas las razones por las que no logramos nuestros objetivos, ninguna es tan definitiva como la procrastinación.
Es fácil decirse a sí mismo que comenzaremos mañana con tal o cual cosa, pero siempre encontraremos -o crearemos- en el camino algún obstáculo, lo cual nos llevará a decidir que lo mejor es dejar ese asunto o esa tarea para más tarde. Y eso, la mayoría de las veces, nunca llega. Primero se extingue la motivación o ese objetivo pierde sentido.
Dicen que una de las mejores formas de vencer la procrastinación es comprometerse públicamente, y asi, hay mucha gente que publica en sus redes sociales sus objetivos, o se los dice a sus socios, colegas, amigos y familiares. Y se cree, que por evitar parecer flojos o fracasados, hacen lo posible por cumplirlos. Yo no lo veo tan simple.
Para mí, la procrastinación tiene muchas causas, tan distintas como la mentalidad de todos y cada uno de nosotros. Cada quien tiene sus mecanismos mentales, sus causas y sus debilidades, pero todos de algún modo desembocamos en la procrastinación.
Ya sea por que nuestros objetivos no son claros, no están detalladas las tareas que nos llevarán durante el proceso, no tenemos lo que necesitamos para avanzar, no son objetivos realistas o varias otras causas que seguiré detallando adelante, para el procrastinador siempre aparecerá delante algo que le impedirá entrar manos a la obra para trabajar en ese objetivo que se fijó.
Saber que tiene una fecha límite próxima, un proyecto inminente, una responsabilidad inminente no lo hace más fácil de abordar. La mejor manera de vencer la procrastinación es realmente comenzar. No importa cómo, lo importante es superar este bloqueo mental y simplemente dar el primer paso. Una vez que comiences, tu cerebro será más propenso a querer terminar y cumplir tu objetivo.
4) No nos motivan
Cuando fijamos objetivos y metas es natural que lo hagamos bajo cierto estado de ánimo y cierta perspectiva. Es natural que al paso de los días, semanas y meses, ciertos objetivos comienzan a perder sentido para nosotros, dejamos de ver cuál es la verdadera causa que nos motivó a fijar ese objetivo. Cuando algo nos deja de inspirar o motivar, salvo que seas un estoico extremo cayendo en el masoquismo, es altamente probable que tirarás la toalla antes de lograr esa meta.
Una de las recetas más infalibles para conseguir nuestros objetivos es que el trabajo nos motive y que hasta cierto punto lo disfrutemos. Así, tendremos razones emocionales detrás que nos impulsarán desde nuestro subconsciente.
No se vale decir que, por ejemplo, la razón o la motivación detrás de algo es más dinero, o tener un mejor coche o una casa más grande. Esas son razones superficiales, necesitas una razón que vaya más allá de eso, algo que te mueva a nivel de realización personal o profesional.
5) No disfrutas el proceso
Esta causa es algo así como la inversa de la anterior. En este caso, cuando nos fijamos una meta que consideramos muy significativa, pero a la hora de tomar acción nos damos cuenta que el proceso para llegar a ella no lo disfrutamos o nos representa demasiado sacrificio personal, entonces ese objetivo muy probablemente se quede a medio camino.
Por ejemplo, alguien podría decir que quiere ser un médico de alta especialidad, sueña con convertirse en un destacado cardiólogo que salve a muchos pacientes y que mejore la calidad de vida de mucha gente. Suena espectacular, pero cuando se embarca en la tarea titánica de estudiar medicina, se da cuenta que no disfruta para nada el proceso. Resulta que además de que la carrera de medicina y la especialidad representa por ahí de unos 10 o más años, tampoco se acostumbra a las larguísimas jornadas de estudio, de prácticas en los hospitales, de noches sin dormir, de no ver a la familia en ocasiones especiales, etc. Así que por más maravilloso que parezca el objetivo de ser cardiólogo, el proceso para lograrlo no es algo para todos.
6) Objetivos irreales
Cuando las metas son demasiado ambiciosas al grado de resultar irreales, entonces difícilmente se podrán alcanzar.
Está claro que hay que soñar alto y que forzarnos a nosotros mismos por alcanzar metas cada vez más grandes, y seguramente no son inacanzables pero a un plazo más largo, después de cierto tiempo trabajando en ellas y logrando muchos avances previos. Pero si en tus objetivos a corto o mediano plazo te fijas cosas que no es factible alcanzar con lo que cuentas hoy por hoy, o con lo que puedes conseguir en las próximas semanas, entonces mejor replantéate las metas a algo más realista.
Por ejemplo, si yo me planteo que este año escribiré mi primer libro y que me lo publicará la editorial Penguin House, seguramente no lo lograré. Tendría que fijarme un objetivo que, aunque sea ambicioso, sea realista. Por ejemplo: este año escribiré mi primer libro y lo publicaré como libro digital en Amazon.
7) Autosabotaje
Muchas veces nosotros mismos somos la causa por la que no logramos ciertos objetivos. ¿A qué me refiero? a que cuando estamos cerca de llegar a ciertas metas, nos hacemos un autosabotaje y no logramos alcanzarlas.
Suena raro pero así es, es un mecanismo que opera en nuestro subconsciente y se puede dar por varias causas, como la baja autoestima (cuando no creemos merecer algo), la inseguridad (cuando no creemos en nuestra propia capacidad de lograrlo), o el miedo al cambio (cuando nos aterra dejar nuestra zona de confort), entre otras causas.
Por ejemplo, una amiga mia era una ejecutiva super exitosa en una empresa de tecnología en México. Tenía 30 años, estaba casada y tenía un hijo pequeño. Era tan buena en su trabajo, que la habían promovido un par de veces en los últimos 3 años, y todo parecía indicar que la estaban candidateando para un puesto en el corporativo de su empresa, que estaba en San Francisco.
Cuando las cosas se veían claras para ella, de pronto empezó a tener fallos en su trabajo, al grado de que sus jefes se replantearon que ella fuera la persona indicada para mandar a San Francisco, y acabaron enviando a un colega suyo, a un tipo soltero de 28 años, que estaba dispuesto a todo. Mi amiga, en cambio, estaba teniendo problemas con su marido porque él no parecía muy dispuesto a dejar su trabajo en México, y además, a ella tampoco le gustaba la idea de que el trabajo se iba volviendo más y más demandante, y pasaba cada vez más horas sin ver a su hijo. Así que su trabajo sufrió las consecuencias de ese autosabotaje, para bien o para mal a nivel personal.
8) Demasiados objetivos
Cuando tenemos demasiados objetivos lo único que logramos es caer en la falta de enfoque, porque está claro que el multitasking no funciona para trabajo signficativo.
Claro que podemos tener varios objetivos y metas, e incluso planificarlos a lo largo de los meses de una forma congruente y realista. Sin embargo, cuando nos saturamos de metas y objetivos, aunque estén perfectamente planificados, será difícil que logremos avanzar con varios de ellos en simultáneo.
Está más que probado que el enfoque es lo que ayuda a conseguir avances significativos hacia nuestros objetivos. Es válido e incluso es muy efectivo durante el año ir ajustando prioridades y tiempos conforme se necesite, porque está claro que no podemos dedicar el mismo enfoque, concentración y recursos a varias cosas al mismo tiempo. Aunque sean cosas que tal vez no tengan mucho que ver entre sí, nos ocupan mucho a nivel mental.
Por ejemplo, si yo tengo como objetivo durante los primeros 3 meses del año bajar 10 kilos, empezar un diplomado, lanzar un curso y cambiarme de casa, lo único que voy a lograr es volverme loca, porque aunque son cosas distintas entre sí, me desgastaría mucho a nivel mental, emocional y físico si quiero avanzar con todo en paralelo.
Conclusiones
Para concluir podemos decir que lograr nuestras metas y objetivos debe ser una labor que perfeccionemos año con año en nuestra vida. Todos funcionamos de forma distinta, nuestra mentalidad, nuestras circunstancias particulares, preferencias, talentos y habilidades son una combinación única, y el reto principal es conocernos para aprender a sacar lo mejor de nosotros.
Espero que estas 8 razones te ayuden a evitar posibles errores o a reforzar lados débiles en tu planeación de metas y objetivos.
¡Ya me contarás a la vuelta de unos meses!