Según la crítica especializada, Agnes Martin realizó algunas de las obras artísticas más bellas del siglo XX. Aclamada por la crítica, nunca se preocupó por escuchar los comentarios, y aseguraba no haber leído un periódico en los últimos 50 años de su vida.
No cabe la menor duda que la pintura era su pasión y habilidad natural. Dedicada a alcanzar la sencillez artística en su trabajo, Agnes destruyó algunas de sus mejores piezas porque no cumplían con sus estándares de calidad. Sus cuadros son una asombrosa mezcla entre el rigor del trabajo exigente y la naturalidad de alguien que nació para pintar. Extremadamente bellos, reflejan sencillez y complejidad, pero al mismo tiempo parecen tan simples que resulta complicado imaginar cómo lo conseguía.
La historia de Agnes es un ejemplo de la relación entre el trabajo y el propósito de vida, y por qué cuando hacemos trabajo con sentido y valor podemos invertir horas y horas, sin importar nada más, para alcanzar nuestro nivel más elevado.
Trabajar por algo más que el reconocimiento parece una idea romántica, pero en el fondo así se han realizado los proyectos que han transformado la historia de la humanidad.
Todos tenemos un propósito en la vida. Puede que no lo encuentras de inmediato, también puede ser que tengas que destruir u olvidar algo del trabajo que has hecho -como hizo Agnes- pero cuando lo encuentras, te resultará muy simple lo que para otros es extremadamente complicado.
El fin de semana, vamos a hacernos preguntas para encontrar nuestro verdadero propósito.
|