Era uno de los momentos más esperados en el año, a muchos no los había visto desde el último día de clases en la universidad.
Estaba ansioso por la reunión, quería comparar quién se había llenado de canas, recordar diabluras de aquellos días, ver fotos viejas y escuchar de los proyectos en los que estaban trabajando. En aquellos años de universidad yo era el menos organizado. No me pasaba por la cabeza estudiar una maestría, empezar un negocio o viajar al extranjero. Lo único que tenía claro es que me apasionaba la comunicación y quería trabajar en la radio. Volver a vernos y tomar unas cervezas fue un gustazo, pero el bajón fue enterarme que casi nadie había concretado las ideas de las que tanto habían hablado. Todos habían sido estudiantes ejemplares, modelos a seguir por sus planes y visión del mundo. Soñaban con cambiar muchas cosas, empujar sus ideas y sumar éxitos a lo largo de los años. Estoy convencido de que muchos tienen talento y preparación de sobra para hacerlo, sin embargo, no consideraron que planear y prepararse ayuda sólo a medias, y por una sola razón: casi nadie tiene oportunidad de hacerlo, pero la verdad es que de ninguna manera son garantía absoluta de nada. Para alcanzar el éxito y transformar la realidad -tú realidad-, lo más importante es dar el primer paso, atreverse, lanzarse al agua y comenzar a nadar. Así de sencillo. Lo único fundamental para conseguir un objetivo es empezar y aprender mientras se corrige en el camino.
Nos gusta imaginar que si reunimos toda la información, nos preparamos de manera concienzuda y planeamos un proyecto hasta el más mínimo detalle reducimos los riesgos y elevamos las probabilidades de éxito. En teoría eso suena lógico, pero en la práctica se ha comprobado que eso lo único que favorece es inhibir las ganas de hacer algo. Porque por más de que estudiemos y nos preparemos, nunca tendremos toda la información sobre un tema. Y también porque la teoría y la practica son hermanas de diferentes padres. Necesitamos a los dos a pesar de que tienen tan poco en común. Poco tiempo después de terminar la universidad y sin titularme (nunca lo hice), con una idea mal organizada en unas cuartillas, toqué la puerta en una estación de radio. Me escucharon, me ayudaron a redondear el concepto y lanzarlo a las pocas semanas. Así empezó mi carrera en los medios, ¡vaya viaje tan divertido!. Empezar antes de estar listo tiene mucho que ver con tu autoestima, con la confianza y la seguridad de saber que eres capaz de aprender y hacer lo necesario para conseguir lo que quieres. La próxima vez que se te ocurra algo, lo que sea, haz un poco de investigación, apenas lo mínimo para saber de lo que se trata y entender todo lo que desconoces y tienes que aprender. Pero, por el amor de Dios, ¡empieza antes de sentir que estás listo! Las 5 razones de la semana quieren que empieces a vivir tus ideas cuanto antes, que arranques y mejores con la práctica y experiencia de hacer algo que te apasiona:
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