Cuando empezamos a trabajar en la imagen nueva de inconfundibleMENTE organicé una lista de tareas por hacer que sinceramente daba envidia. Se veía más o menos así:
1. Definir colores
2. Solicitar logo y portada nueva
3. Definir nuevas secciones del programa y el blog
4. Escribir identificaciones nuevas y textos de la pagina
5. Definir fecha de lanzamiento y campaña de marketing
6. Diseñar productos nuevos y estrategia de precios
7. Grabar primer video para YouTube
8. Diseñar nuevo lead magnet y fecha de lanzamiento
Diseñar productos nuevos y estrategia de precios era por mucho el elemento más importante de las lista. Obviamente todos tienen su nivel de importancia, son parte de una cadena productiva, si algo no se termina a tiempo el resto de las tareas se detiene y sucede lo menos deseado, el descalabro productivo. Ya te imaginarás lo que pasó, completé en tiempo y forma todas las cosas excepto una, la única que movía la aguja de verdad, la única que daba sentido a todo el trabajo de relanzamiento del proyecto, la razón por la que estábamos haciendo todo, la gasolina que mantenía el proyecto en movimiento. Sí, lo único que se atrasó fue el diseño de los productos y los precios.
Marcar como terminado cualquier elemento en una lista de tareas pendientes nos hace sentir bien, realmente no importa el nivel de prioridad que tiene, el simple hecho de marcar una tarea como finalizada libera una pequeña dosis de dopamina que genera la sensación de euforia, un estado de bienestar temporal. Sin darnos cuenta, esto se puede convertir en un patrón de conducta; completar rápidamente tareas insignificantes para autocomplacernos de manera trivial mientras pensamos que somos muy productivos y competentes.
Ver una lista de tareas con muchos renglones marcados como terminados nos invita a pensar que estamos frente al trabajo de un crack, un ejecutivo competente que tiene todo bajo control, alguien capaz de hacer que las cosas pasen, pero ¿que pase qué exactamente?
Muchas veces, cuando nos ocupamos de completar tareas que nosotros mismos nos hemos convencido que tenemos que completar, evitamos las tareas complicadas, las que señalan en lo que no somos tan buenos, las que destacan en lo que tenemos que trabajar más. Qué curioso, que la herramienta consentida por los expertos en productividad pueda inhibir el progreso más trascendente. Si pones todas las tareas en la misma lista y les das el mismo trato, es probable que termines muchas tareas, pero no completes ningún trabajo notable y termines como la mayoría, regresando todos los días al mismo lugar.
Ojo, no estoy diciendo que te deshagas de tu lista de tareas o tu aplicación para manejarlas, tampoco estoy sugiriendo que contrates un consultor para gestionar tus proyectos o negocio, es mucho más simple que eso. Determina si tienes identificadas las tareas correctas y clasifícalas por prioridad. Olvídate de las cosas insignificantes, tu quehacer número uno es decidir qué es una prioridad y trabajar en ello sin descanso.
Mi verdadero problema era escribir las tareas sin dividirlas en elementos más pequeños, diseñar productos nuevos y estrategia de precios suena muy grande y abrumador. Hoy divido las prioridades en componentes más manejables pero relevantes, lo suficiente como para que muevan la aguja.
Las 5 razones de la semana recuerdan que la diferencia se marca trabajando en las cosas importantes, en las que cuestan trabajo pero nos obligan a dar todo lo que tenemos.
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